Kim Taehyung es un omega que vive una vida tranquila, tiene un trabajo estable y personas a las que llamar familia, sin embargo los demonios del pasado son demasiados y pronto volverán, incluyendo a aquél que le hizo más daño, su pareja destinada.
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Sintió como sus manos lo tocaban incluso cuando se negaba, sentía el sudor y otras sustancias deslizarse por su cuerpo. Gimoteo y forcejeo con fuerza, pero eso sólo parecía aumentar aquella sensación tan incómoda, sintió que presionaban su pecho y al girar y abrir los ojos solo pudo ver el rostro de Seokjin, con unos ojos tan negros en los que no se reflejaba la luz.
Despertó con un respingo, sentándose en su lugar y balbuceando cosas sin sentido, mientras se desconectaba bruscamente la intravenosa del brazo. Estaba en estado de alerta y quería escapar de ese lugar, aún sin saber exactamente donde estaba.
—Tae, Tae...—los brazos de su madre lo rodearon, su voz se escuchaba quebrada, balbuceó algo y forcejeó con ella, hasta que la escuchó hablar más—. Estás bien, cariño, estás bien.
Sus ojos se llenaron de lagrimas, al corresponder el abrazo y tratar de regular su respiración. Estaba bien, se repitió, estaba bien.
—Mamá. —La mujer se separó, tomándolo del rostro y él se armó de valor para decirle la verdad, en voz suave—. É-Él fue uno de los que me hizo daño.
—¿Estás seguro?
—Sí, mamá y estaba...—tomó una respiración profunda, para que la voz no se le quebrara—, estaba tan asustado—gimoteo, las lágrimas cayendo por sus mejillas, su madre lo abrazó y acarició su espalda, soltando leves sollozos—. Pensé que iba a herirme otra vez...
—Ya no lo hará, me aseguraré de que vaya a la cárcel y pague caro, cariño—Con aquellas caricias, una parte de él pareció calmarse, pero otra seguía alerta. Esperando a alguien que probablemente no sabía lo que había pasado y que seguramente no podría ir a verlo.
—Quiero ir a casa. —musitó.
—Llamaré al doctor, ¿Te parece?—Asintió levemente, observando a su madre salir de aquella habitación. Reconocía las habitaciones, esa era la clínica donde trabajaba su padre. Observó el hilillo de sangre que bajaba por su brazo, claro, se había arrancado la intravenosa. Se restregó la cara y bajó con cuidado, caminando hasta el baño, probablemente algún enfermero llegaría para colocarla en cualquier momento.
Abrió el grifo y se lavó la cara, antes de verse en el espejo.
Su reflejo solo le trajo malos recuerdos, los moretones de su rostro eran de varios colores, abrió la boca y verificó que todos sus dientes estuviesen en su lugar. No le dolía nada, pero probablemente eso se debía a que estaba dopado con algún analgesico.
—¿...Joven Kim?—Alguien tocó la puerta del baño, logrando que saliera a pasos cortos, temeroso. Frente a su camilla había un hombre joven, que llevaba una bata blanca y que parecía ser el doctor—. Veo que se ha levantado.
—Yo quiero irme a casa—dijo simplemente sin salir del baño totalmente, el médico soltó un suspiro y posó su folder en la camilla para acercarse a él, arrodillándose frente a él—. ¿...Qué?
