Kim Taehyung es un omega que vive una vida tranquila, tiene un trabajo estable y personas a las que llamar familia, sin embargo los demonios del pasado son demasiados y pronto volverán, incluyendo a aquél que le hizo más daño, su pareja destinada.
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—Te acostaste con él, ¿No es así?—El cubierto se le cayó de las manos, al mismo tiempo que giraba a ver a Yoongi. El sub alfa estaba sentado en la punta de la cama, con los brazos cruzados. No parecía molesto, ni su voz parecía mostrar exasperación, solo curiosidad—. No dormiste aquí y Jimin salió muy temprano, huele a celo y a ti.
—¿Te molestarias si te dijera que fue así?—Yoongi pareció pensarlo durante unos segundos, antes de negar y esbozar una sonrisa ligera. Abrió los brazos y Jungkook se levantó para abrazarlo, haciendo que ambos cayeran por error sobre la cama—. ¿Seguro?
—En todo caso, estaría molesto porque fuiste el primero.
—Él... no estaba bien, creo que ahora entiendo porque no quiere que lo cortejemos—Yoongi bajó la mirada hasta el rostro de Jungkook, que estaba apoyado sobre su pecho—. Tiene miedo de que seamos como él, pero... no lo somos, y-y se que es porque está herido, pero no deja de molestarme. Porque si cierra su corazón, no podrá ser feliz...
Y en el momento que sus palabras abandonaron sus labios, sintió un leve tirón, que le recordó el lazo que ahora compartía con Jimin, cerró los ojos y se aferró al pecho de Yoongi. Habría querido que el omega entendiera que ellos no pretendían dañarlo, Jimin era una gran persona y en el fondo, muy en el fondo, quizás su alfa tenía el orgullo herido porque no podía pretender del omega como hubiese querido.
—Jungoo, dale tiempo. No pretendas que vea el mundo como tu lo ves—le dijo el mayor, Jungkook bajó la mirada y luego se alzó para posar un beso en sus labios y abrazar su cuello.
—Hyung, yo...—las palabras murieron en su boca, tragó duro y negó, optando por hundir su rostro en el abdomen del mayor, donde una esencia estaba empezando a crearse. Sonrió levemente y acarició con sus dedos el plano abdomen de Yoongi—. Te amo, Hyung, solo eso.
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—No puedo creer que no hayan vuelos...—su representante soltó un suspiro y le tendió un café, Miyeon tenía la cara hinchada por llorar tanto y unas oscuras ojeras adornaban la parte inferior de sus ojos—. ¿Cual es el más cercano?
—Mañana temprano.
—¿Sabes qué? Compra ese, no importa. Llegaré cuando deba de llegar. —bufó, estaba volviéndose loca. ¿Por qué ahora que Minhyuk estaba avanzando tanto tenía una recaída de ese tipo? Estaba frustrada, el médico se había cansado de asegurarle que el chico estaba mejorando cada día más.
Se levantó y regresó al hotel junto a su asistente, Seokjin le había dicho que trataría de regresar lo más rápido posible a Seúl para mantenerla comunicada del estado de Minhyuk. No había dormido por la preocupación y no estaba segura que pudiera hacerlo hasta que no hubiese llegado a Corea.
