Kim Taehyung es un omega que vive una vida tranquila, tiene un trabajo estable y personas a las que llamar familia, sin embargo los demonios del pasado son demasiados y pronto volverán, incluyendo a aquél que le hizo más daño, su pareja destinada.
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Taehyung amaba a sus hijos.
Sus dos mellizos eran traviesos y quizás pesados para muchos, pero él los amaba como eran y aunque todo el mundo dijera que eso era malo, si sus hijos le pedían la luna, él sería capaz de robar todos los satélites naturales del universo para entregárselos, pero eso también se debía a que se sentía culpable.
Él más que nadie entendía lo que era tener padres ausentes y no importaba lo mucho que se esforzara, una vez comenzó a estudiar el tiempo que pasaba con ellos se redujo en demasía, incluso cuando se esforzaba por llegar a casa a tiempo, eran pocos los momentos que podía dedicarles además de un día a la semana. Seokjin lo entendía, con sus horarios exagerados, también era poco el tiempo que podía dedicarles.
Fue entonces cuando comenzaron los cambios de niñeras, no duraban mucho tiempo, cansadas por todas las jugarretas de sus hijos, parecía que con la única persona con la que no se quejaban era con Jimin, pero este no podía cuidarlos mucho tiempo por sus propios estudios como diseñador de interiores, así que eran pocas las veces que obtenía un buen comentario de ellos. Más de una docena de veces tuvo que disculparse con el grupo de mujeres y hombres omegas que cuidaron a sus hijos, y aunque trató de conversar con ellos, sus respuestas siempre eran las mismas.
—No somos los culpables, son ellas, papi—Soltó un suspiró y los cubrió con la manta, dándoles un beso en la frente a cada uno, antes de salir de su habitación.
—Buenas noches—se despidió en voz suave, cerrando la puerta.
Del otro lado del pasillo, Seokjin le dedicó una sonrisa leve.
—Habrá que llamar a otra niñera.
—Solo espero que a la siguiente no le corten el cabello—suspiró, refugiándose en los brazos del mayor, que le pasó una mano por el cabello—. Sólo necesitó una niñera por los próximos dos meses, en el último semestre son menos clases, solo tendría que esforzarme en mi portafolio y-
—No te estreses por eso, tómalo con calma—le dijo el mayor, besando su frente—. Haremos funcionar esto, son niños, además, en la escuela les va muy bien. Quizás debamos inscribirlos en algún deporte para que gasten su energía y en la tarde ya estén más cansados. Sin energía no creo que puedan bromear mucho.
Y eso funcionó, al menos por un tiempo, con Yoona en clases de fútbol y Yoonsung en clases de arte, la conducta de los niños empezó a mejorar. Ese afán por llamar su atención a través de travesuras y jugarretas se detuvo al mismo tiempo que el comenzaba su último semestre en la universidad.
La niñera se volvió innecesaria y una parte de él estaba feliz de poder pasar tiempo con sus cachorros, en las mañanas tenía clases y al salir de ellas almorzaba con los niños, los llevaba a sus clases particulares y durante ese tiempo hacía sus pendientes, tenía todo su tiempo fríamente calculado. Los días que Seokjin estaba libre iban al cine o a dar un paseo, por lo que los niños se veían más felices y menos intensos.
