Kim Taehyung es un omega que vive una vida tranquila, tiene un trabajo estable y personas a las que llamar familia, sin embargo los demonios del pasado son demasiados y pronto volverán, incluyendo a aquél que le hizo más daño, su pareja destinada.
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Taehyung abrió la puerta en silencio, cerrándola detrás de sí con toda la lentitud que pudo, esperando no hacer ningún sonido. Se quitó un peso de encima cuando notó que no había nadie, de esa forma nadie podría regañarlo, punto para él.
Caminó dentro con una sonrisa de oreja a oreja, su cuerpo dolía un poco y estaba hambriento y somnoliento, pero había dormido durante tres días en los brazos de Seokjin y eso había mejorado mucho su ánimo.
Subió las escaleras con la mirada baja y una sonrisa leve, sin notar que alguien estaba esperándolo en la cima.
—Muy bonito.
—¡Mamá, me asustaste!—se quejó llevándose la mano al pecho, su madre le observó con los brazos cruzados y una expresión seria, lo regañaría seguramente.
—Tienes diez segundos para explicarte.
—¿Explicar qué...?—Su madre lo jaló y lo llevó hasta el sofá, Taehyung infló las mejillas y se cruzó de brazos, esto era exactamente lo que no quería.
—Tienes tres días sin regresar a casa, sé que eres un adulto y has vivido solo con Jimin la mayoría del tiempo, pero estoy aquí y soy tu madre, un mensaje más largo y descriptivo que "Estoy con Seokjjinnie-hyung" me hubiese bastado para estar tranquila.
—¡Pero es que eso hice!—se quejó—. Mi celo se adelantó y Seokjin-hyung me ayudó.
—...Tae. —La expresión de su madre se relajó.
—Mira, mira—se bajó el cuello de la camisa—. No hay marca.
—Pero si bastantes chupones, los jóvenes de ahora son muy salvajes—suspiró, logrando que el rostro de Taehyung se coloreara de rojo.
—Ahora lo importante, ¿Dónde está mi Minnie?
—Debe estar durmiendo, fue a llevar a Ggukkie a la escuela y regresó, ayer estuvo hasta muy tarde haciendo las piezas que tenía pendientes, así que no durmió.
—Aigoo, mi minnie, iré a recostarme con él porque me duele todo.
—Sí, sí, ahora te duele todo, pero dudo que te hayas quejado en el momento—suspiró su madre, logrando que estallara en risas.
—Gracias, mamá.
—¿Por qué?
—Por no regañarme.
—Aún puedo hacerlo, así que desaparece de mi vista antes de que lo haga—se quejó de una forma cómica, logrando que saliera corriendo. La mujer soltó un suspiro y se dejó caer en el sofá que había estado ocupando su hijo—. ¿...Realmente algo de lo que diga hará que deje de hacerlo? Si los dos se aman, no puedo hacer mucho. —soltó para sí misma—. Aunque ahora que lo pienso, estoy en la edad perfecta para ser abuela.
