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Luego de la destrucción del universo 6, los cosmos decidieron darle una nueva oportunidad a los Dioses, Sol y Luna, siendo estos amos y dueños de un solo planeta como el comienzo del todo.

En medio de los Dioses Sol y Luna, se encontraba el único planeta del universo; la Tierra, un lugar donde años después, se estaría celebrando el nacimiento de Lauren Jauregui, hija de Arthur Jauregui, Rey del Imperio de la lluvia.

La tierra estaba dividida en cuatro partes no iguales; ocupando la mayor extensión el Imperio del Sol, siendo este gobernando por el Rey Alejandro Cabello y su esposa Sinuhé junto a sus tres hijos; la princesa Sofía y los mellizos aún no nacidos, Harry y Camila.

Este imperio en particular era líder y soberano de los otros imperios; no solo por tener mayor territorio, sino por ser denominados los más poderosos, ya que según la historia, todos los residentes del Imperio del Sol eran hijos directos del Dios Sol. Estos habitantes se podían distinguir fácilmente por sus características físicas; siempre vestían de rojo, amarillo o naranja. Su cabello, en la mayoría, era castaño oscuro al igual que sus ojos y tenían la piel tostada debido a los potentes rayos del Dios Sol, ya que en este imperio no existía el frío, ni el agua. Siempre era de dia y el clima podía compararse tan caliente como el mismo infierno.

El Rey Alejandro era un hombre ambicioso, pero estrategico. La familia real del Imperio del Sol eran personas vanidosas y egoístas. Se podría decir que la única de "buen corazón" era la princesa Sofia, y eso es solo porque ignoraba los planes mafiosos de su padre.

El Rey Alejandro sabía el dominio que tenía sobre sus habitantes; es por eso que a cambio de dejarles usar sus poderes libremente, tenían que trabajar para él como si fuesen esclavos.

Debido a la inexistente variedad de recursos naturales, los otros imperios decidieron compartir sus riquezas entre ellos para las comodidades de sus habitantes y mantener la paz entre los imperios.

Como el Imperio del Sol era el único bendecido por los rayos solares de su Dios, estos se encargaban de construir pequeños soles con la suficiente energía para iluminar dos días, sin embargo, la cantidad repartida era poca considerando las necesidades de los otros imperios; pero eso poco le importaba al Rey Alejandro, pues sabía que al más mínimo reclamo, sería tomado como el inicio de una guerra, y ningún gobernante quería poner en riesgo de muerte a sus habitantes, además, tenían consciencia que nadie podía derrotar al Imperio del Sol.

Por otro lado, existía el Imperio de la noche, siendo este el primero en crearse y el segundo más poderoso. Gobernado por cinco hermanas hijas directas de la Diosa Luna: Selena, Selina, Silena, Selene y Elena. Aunque ahora quedasen tres de ellas pues las hermanas van muriendo debido a la vejez del pasar de los años.

Según la historia, los habitantes de este imperio eran estrellas caídas de la galaxia. Otra versión es que al igual que los del Imperio del Sol, ellos también eran hijos directos de su diosa. Estos se caracterizanban físicamente por siempre vestir de negro, ser de piel pálida, ojos y cabellos negros como la noche. Sus poderes varían según la persona; por lo tanto, ellos pueden ser vampiros, licántropos, cambia formas, brujas, etc. Era el único lugar donde existía la oscuridad y la penumbra, por eso eran considerados como unos "bichos raros" y la mayoría de los habitantes de los otros imperios les tenían miedo, pero a pesar de toda la discriminación, el Imperio de la noche cumplía responsablemente con el tratado de paz; haciendo grandes cielos estrellados para que los demás imperios pudieran dormir en los que ellos  consideraban "noche".

En medio de la tierra, se encontraban los imperios más pequeños. El Imperio de la lluvia y el Imperio del Hielo, este último siendo gobernando por la Reina Krista, una mujer conservadora, hermosa y estrictamente correcta. Muy diferente a su esposo, el Rey Sebastián, un hombre ya mayor para seguir gobernando junto a su esposa, pero sus habitantes aún le guardaban respeto, además, era un hombre tranquilo y conocedor de la vida.

Todos los habitantes de este lugar eran reconocidos por su vestimenta de color azul o blanca; su tez era extremadamente blanca , ojos azules y cabello amarillo pálido, a excepción de la sangre real, quienes tenían el cabello blanco. Ellos se encargaban de fabricar y repartir enormes placas de hielo seco, sobre todo al Imperio del Sol.

El Imperio de la lluvia compartía el océano con el Imperio del Hielo y era considerado como el imperio menos explotado; sin embargo, este igual se encargaba de la purificación y repartición de agua limpia, además de que era el único imperio con la capacidad de crear energía eléctrica gracias a las tormentas que llegaban al océano y los poderes de sus residentes, los cuales eran los más felices debido a la buena administración del Rey Arthur; caracterizados por ser amables, guerreros natos, fuertes y rápidos como el rayo. Personas con genes variados, pues algunos tenían cabello negro y otros castaño. Lo único que los diferenciaban eran sus ojos gris tormenta y su vestimenta que podría variar entre el azul oscuro o gris; aunque, generalmente ellos podían usar cualquier color siempre y cuando usen sus respectivos colores cuando estuviesen fuera del territorio o algún individuo de clase alta como los reyes los viniesen a visitar. 

Como ahora.

Normalmente cuando hay un evento importante, los reyes pueden aceptar o denegar la invitación. Lo único que no podían rechazar, eran las reuniones anuales entre gobernantes para reanudar el tratado de paz entre los imperios.

Nadie cuestionaba las decisiones de un rey. La regla era seguir y cumplir las palabras de su gobernante, en este caso, el Rey Arthur; es por eso que ninguno de los allí presente se atrevía a preguntar la frase que rondaba por la cabeza de todos "¿Quién era la madre de la princesa?"

Era un día de fiesta para el Imperio de la lluvia.

—Enhorabuena, amigo mío- la más joven de las reinas del Imperio de la noche, Elena, se acercó al hombre dándole un suave apretón en el hombro. —Tu hija es hermosa.- y ciertamente, lo era.

La pequeña Lauren era una bebé de tan solo un mes de nacida, el tiempo suficiente para ser mostrada al público como si fuese un trofeo en su cunita de cristal, la cual estaba a la vista de todo y de todos, pero siendo custodiada por unos guardas y su propio padre.

El Príncipe Christopher Jauregui estaba parado sobre la punta de sus pies mientras  veía recelosamente a su hermana dentro de la cuna. Recordaba las palabras que le había dicho su padre anteriormente: siempre proteger a su hermana. Y aunque este aun no entendía como un niño de siete años podía cuidar a una bebé de qué o quienes, él prometió a su padre que lo haría.

Elena sonrió en cortesía hacia el Rey y al joven príncipe para luego despedirse y caminar de nuevo hacia su hermana quien bebía una copa de vino blanco.

—¿Le dijiste algo?- preguntó Selene.

—No. Solo la felicitación.

—Es una pena que nuestra hermana Silena no pueda verla- comentó con pena viendo hacia la cuna. Lamentablemente, la reina mayor del Imperio de la noche se encontraba en sus últimos días de vida. —¿Crees que piense lo mismo?-

La reina menor dirigió su vista a la pequeña bebé, quien parecía querer despertar. Su gorrito de lana se había caído revelando el nacimiento de una cabellera negra azabache. La piel de Lauren era blanca como la nieve, tal vez más, y sus mejillas estaban tornándose de un tono rojizo, señal de que quizás iba a llorar o despertar.

Fue lo último.

Debajo de aquellas largas pestañas negras, se revelaron los ojos verdes más hermosos que alguna vez un individuo haya poseído. Eran casi hipnóticos.

Elena retiró la mirada de la princesa y asintió en respuesta hacia su hermana.

—Sí, Silena también creería que...- su voz bajó a un leve susurro —Hay algo extraño en esa niña.

El Espacio Entre Nosotras (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora