v e i n t i u n o

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El ambiente es tensionante. Aunque los demás universitario siguen charlando y riendo con sus respectivos grupos de amigos, en nuestro pequeño círculo recae una gran presión que está a poco de convertirse en un factor de riesgo.

Por el rabillo del ojo veo que Cooper se abre a paso y queda entre Steve, que parece a punto de desmayarse y Adam, que a diferencia de sus amigos, está disfrutando mucho el espectáculo. Aprieto los puños al verlo. No sé si sus amigos serán igual de cerrados como él, pero yo nunca sería capaz de salir con una persona homofóbica e irrespetuosa.

Meg se encuentra a mi lado, con la espalda rígida, Thomas está a su derecha, pendiente de cualquier movimiento para que mi amiga no salte contra Jennifer y yo no cedo ni un centímetro, ni aunque Jordan me dé pequeños toquecitos.

—Deja de ser tan necesitada de atención, por Dios. Si tanto querías tu dosis diaria de aquello, felicidades, lo has conseguido, ¡y no solo eso! Le has demostrado a todo el mundo lo lamentable que eres. —Meg alimenta la pelea.

Jennifer entrecierra sus ojos y aparta su largo cabello negro de su perfilada cara.

—Si hablamos de ser ridícula aquí, empecemos contigo. Si tanto me odias y no te importa mi vida, ¿por qué sigues hablando de mí?

—Oh, —suelta una falsa risa— no te creas mucho, preciosa. Hablar mal de ti siempre será divertido, el tema surgió y murió de manera rápida porque a nadie le interesa tu insignificante existencia. Dime tú, por el contrario, si no le das importancia a esto, ¿por qué te tomaste el tiempo de venir aquí?

—Toda esa fachada de chica mala, de seguridad y valentía, —Jennifer se acerca y todos dan un paso adelante, preparados para detener lo que sea que ella planee empezar— de me importa una mierda el mundo, no es más que una máscara para que nadie pueda ver tu vulnerabilidad y se aproveche de ti, porque sabes que en el momento que dejes relucir todo eso al mundo, te hará trizas, niña. Así de ridículamente débil eres.

La sangre me hierve en las venas. Ya está. Aquí fue.

—¿Y tú quién crees que eres para hablarle así? —me hago en la mitad de ellas dos— ¿Crees que eres mucho mejor que ella? ¿Te sientes tan amenazada que necesitas insultarla para que nadie note que lo que Megara dice es verdad? —el corazón me bombea y la ímpetu aumenta acorde van pasando los segundos— A mí me parece que debes intentarlo de nuevo, porque no funcionó en lo absoluto.

Contra mi parecer, Jennifer suelta una genuina carcajada y mira a su alrededor como si no se lo pudiera creer.

—Vaya, desde que llegaste no has hecho nada más que sorprenderme con ese carácter tan fuerte que tienes, dime, ¿también es una fachada ¿te juntaste con esta —hace un gesto despectivo hacia mi amiga— porque viste que utiliza el mismo método de defensa? Esto es más entretenido de lo que pensé.

Doy un paso hacia ella, provocándola. Eso tampoco se lo esperaba.

—Me junté con ella por razones que tú jamás alcanzaras a comprender o a entender, ¿sabes por qué? Porque estás tan sumergida en el concepto de ser mejor que los demás que estoy segura que en algún momento, espero que sea pronto, —bajo la voz, sin perder la fuerza de mis palabras— esa misma superioridad que tienes metida en tu cabeza hará que hagas algo impulsivo, donde todos se darán cuenta el tipo de persona que eres, y te quedarás sola.

—Si vas a vivir tan pendiente de mí, espero que estés ahí para verlo, al final del día no estaré tan sola como tú piensas... —acomoda su pelo con un gesto que se hace pasar como inmejorable.

—Ahí es donde te darás cuenta —ignoro sus palabras y prosigo— que no tienes a nadie real en tu círculo social, pensarás que debiste hacerlo mejor, cuando la realidad es que no, —finjo una mueca inocente y eso la enciende de furia— no debiste hacerlo mejor, solo no debiste de ser alguien negligente y atolondrada.

Antes de él | HEROPHINE |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora