n o v e n t a y s e i s

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Voy dando pasos con ayuda del bastón de hierro y sosteniéndome de Max.

Suspiro y siento un poco de sudor bajar por mi sien. Nunca me había parecido la distancia de una pared a otra tan larga. 25 metros se convirtieron en una carrera infernal desde que llegué aquí. Desde que pasó todo. Desde que empecé la terapia.

Ashley grita, sentada en una silla que queda pegada a la pared, dándome ánimos. Lleva sus dos manos a su boca para crear eco y a pesar de sentir los muslos arder porque ya el ejercicio me está pasando de fractura, le sonrío.

Mala idea.

La mera distracción provocó que perdiera la fuerza que tenía concentrada en mi rodilla.

Max me tomó de las axilas, evitando el agarre con la cadera, para no caer al piso y resoplo furiosa, aguantando las lágrimas.

Me siento una inútil completa. Caerme por mirar a otro lugar parece una humillación. Observo con rabia mi abdomen y piernas; nunca pensé que algo tan simple... tan común como lo era caminar me iba a ser tan difícil. No sabía lo privilegiada que era.

De no haber sido secuestrada.

De no haber sido golpeada hasta casi el umbral de la muerte.

De no haber sido víctima de un disparo errado.

Inhalo y sin hacerle caso al dolor insoportable en mi pelvis, le digo a Max con los dientes apretados:

—Otra vez.

Aprieta los labios y luego me regala una sonrisita divertida.

—Aquí soy yo el que doy ordenes, y por el estado en el que te encuentras, doy la orden de que descanses. —dicta con amabilidad.

Niego. —No, si quiero recuperarme...

—Si quieres recuperarte, —me interrumpe— no debes forzar tu cuerpo a tareas que le quedan demasiado grandes.

Caminar. Pararme es una tarea que parece inalcanzable.

La bala no perforó órganos, una suerte que sigo agradeciendo a cada segundo. Sin embargo, perdí muchísima sangre, algo que era de esperar para ser sincera. Los tendones y el músculo que atravesaba la zona del impacto se vieron gravemente afectados, por lo que mi cadera y pelvis quedaron con una movilidad casi nula que tengo que recuperar a medida que vaya haciendo la terapia.

No debería demorarme más de unos pocos meses, sin embargo...

No sé cómo soportaré ese hecho, saber que tengo que pedir ayuda hasta para caminar, ver mi cuerpo, las cicatrices, los golpes...

Cuando duermo es peor. Si no es Emma la que está recibiendo la bala, es Charlie. Si no es Charlie, es West. Si no es West, es Hero. Y en ese sueño, la bala sí llega a su objetivo.

Parte de la terapia es mental. Tengo un horario de día por medio con la psicóloga, Emma y West también. Si yo me siento así, no quiero saber cómo se siente West, que está en la habitación contigua, ensayando con las nuevas muletas. A diferencia de mí, a él ya le dieron de alta, sin embargo tiene que venir para los ejercicios de su tobillo. Un año, si mucho.

Y tú unos meses, Josephine. Me repito.

Asiento con rigidez y me incorporo yo sola. Ashley tiene una mueca de cautela y preocupación en su bello rostro. Algunas veces odio que me conozca tan bien.

Se acerca a nosotros y le da una sonrisita de medio lado a Max para pedirle permiso de ayudarme a ir a la bancas. Él asiente y nos supervisa mientras caminamos.

Antes de él | HEROPHINE |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora