t r e s

3.6K 217 65
                                    


Al finalizar el día, me siento cansada, pero satisfecha. Y feliz. Conseguí nuevos amigos, las clases marchan a toda rueda, me adapté al horario y a la metodología y no podría estar más ansiosa de vivir lo que siempre ha sido mi sueño de toda la vida.

Al entrar a lo que ahora puedo llamar ''casa'', esa felicidad sigue vigente, hasta que mi celular suena y toda esa emoción se marchita.

Joder, ¿cuántas veces me ha llamado hoy? Van unas 20 llamadas perdidas.

Al parecer, Matt no capta la indirecta de ''no quiero hablar contigo, vete a la mismísima mierda''.

—¿Mercy? —nadie responde— ¿Hero...? —sin respuesta, de nuevo. Tengo el apartamento para mí sola.

Miro el celular exasperada, sin saber qué hacer. Como no hay nadie en la casa, me tomo la libertad de dejar mis cosas en el sofá y dirigirme al balcón.

—¿Qué mierda quieres, Matt? —digo con la voz llena de tensión.

No puedo creer que esté haciendo esto. Oigo un sonido de exaltación por el otro lado de la línea y aprieto el barandal contra la palma de mi mano mientras miro las luces de la ciudad.

—¿Jo? ¿Josephine?

Ahí está. Ahí está el momento que he estado evitando durante estas semanas. Siento una opresión gigante en el pecho y me obligo a tragar repetidas veces para eliminar el maldito nudo que hay en mi garganta.

Por eso no le había contestado. Porque sabía que desde el primer momento en que escuchara su voz, iba a desmoronarme.

No pronuncio nada porque sé que si digo algo la voz me va a fallar. Tengo que calmarme, aunque estoy segura que él escucha mi respiración irregular.

—Jo, no sabes lo mucho que he intentado... no puedo... —resopla, como si estuviera perdiendo el control.

—¿Qué quieres? —le digo pausadamente, con el resentimiento cargado en cada palabra— ¿Qué pasa?

—Que te extraño joder, eso es lo que pasa. —estalla— Que no puedo pasar ni un puto segundo sin pensar en ti, que me duele el hecho de que estés lejos, pero me duele aún más que pienses que yo...

—¿¡Qué tú qué, Matt!? —suelto una risa sin gracia— Vamos, te invito a decírmelo.

—Que pienses que yo te quise hacer daño en algún momento.

Me quedo en silencio y niego con la cabeza, consciente de que él no puede verme.

—¿Te preocupas por eso? Porque yo pienso que hiciste más. Como por ejemplo, hacerme pasar por esta mierda en una de las etapas más importantes de mi vida, o tal vez el hecho de darle fin a lo nuestro por la culpa de tu maldito egoísmo, o quién sabe, —a pesar de mis esfuerzos, la voz me sale temblorosa— empecemos con el hecho de que me has roto el corazón. Eso es lo que pasa, Matt.

—¡Nunca fue mi intención, Josephine! —la voz le sale ronca— ¡Me duele, joder, me duele como el demonio toda esta situación!

—¡Si realmente te doliera todo esto, —alzo la voz— no hubieras hecho lo que hiciste!

Se queda callado tras la línea y a la mierda que él note mi voz temblorosa o cuán lastimada estoy, estoy cansada de todo este juego del gato y el ratón.

—Si yo en algún jodido momento te importé de verdad, no estaríamos en donde estamos ahora. Y algunas veces me pregunto: ¿qué hice yo? ¿cómo mierdas terminamos aquí? —siento lágrimas cálidas bajar por mis mejillas— Lo peor de todo es que tengo que recordarme el hecho de que fuiste tú el culpable, y eso en vez de conciliarme, lo hace mil veces peor. Tu dolor no es una jodida excusa para lo que hiciste, porque siendo sinceros, si aquello fuera una justificación, ¿sabes todas las cosas que yo misma hubiera hecho? ¿¡Y sabes por qué no lo hice!? —se queda callado y me trago un sollozo— Porque yo sí te amaba, Matt. Por eso no te lo hice. Porque te quería.

Antes de él | HEROPHINE |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora