t r e i n t a y o c h o

3.2K 209 82
                                    


—¿Qué quieres hacer primero?

Llevo una mano a mi barbilla, pensativa, mirando a las atracciones. Estas no son tan divertidas como lo serían en una feria, pero son suficientes como para pasar un buen rato. En la última parte del espacio libre, donde el piso desembarca un lindo paisaje de la ciudad, hay una rueda. Sonrío. Esa será de última.

—¿Qué tal si jugamos en las máquinas de tickets? A ver si al final del día podemos comprar algo.

Suelta una risotada. —Los premios son una mierda. Son lápices y borradores o pulseras de princesas.

Ruedo los ojos. —Te encanta arruinar la diversión, ¿no es así?

Se acerca a mi rostro y guiña su ojo. —Es el motivo de mi existir.

Dicho eso, me da un rápido beso y me hala hacia la primera máquina, que es un juego de basketball. Introduce algunas monedas y las pelotas ruedan hacia nosotros en la pequeña tarima del mecanismo. Coge una y me la tiende.

—Tú primero.

La tomo un poco dudosa y miro el arco, que está a unos 3 metros de distancia y a uno encima de mi cabeza.

—Soy un desastre en puntería, primer aviso.

Se encoge de hombros. —Creo en ti.

Sus palabras, aunque hayan sonado espontáneas, hacen que mi corazón estalle en mariposas. Desde que salimos del apartamento he estado tan emocionada que estoy segura que la felicidad se nota en cada detalle de mi expresión. Ha pasado un largo tiempo desde el que no siento este montón de sensaciones que hace que la respiración se me agite solo por la presencia de una persona.

Le sonrío antes de girarme hacia el arco. Suelto el aire contenido, me pongo de puntitas, alzo los brazos en un ángulo de casi 90 grados e impulso la pelota hacia adelante, con mis ojos fijos en mi objetivo.

Sin embargo, como era de esperarse, no lo logro. Aunque estuvo bastante cerca, a unos 8 cm del arco. Hago un mohín y le doy un empujoncito a Hero cuando suelta una risita.

Sin esperar, toma una pelota y a diferencia de mí, sí logra encestarla sin ningún esfuerzo.

—Es trampa. Me superas como por 30 CM de altura.

—La vida es dura, rubia.

Tomo otro balón y veo el marcador de puntajes. Lleva 40 puntos de ventaja.

Intento de nuevo y esta vez sí se encesta. Lanzo un gritito de victoria y lo miro con aire de superioridad, colocando las manos en mi cintura.

—Esto es guerra.

Pero ya había planeado muy bien mi siguiente movimiento. Cuando tiene el balón naranja entre sus manos, me acerco a él y mis manos recorren las costuras de su chaqueta.

Frunce el ceño, alternando la vista entre el arco y mi rostro.

—¿Qué estás haciendo?

Me encojo de hombros con una sonrisa inocente.

—Tienes algo —me pongo de puntitas, acercándome a su cuello y se estremece— aquí.

Le quito la mota invisible y vuelvo a mi lugar fingiendo que no pasó nada. Como esperaba, falla su tiro y me rio.

—Eres malvada.

—Lo sé.

Seguimos jugando, yo acertando algunas lanzadas, pero debí suponer que Hero era muy bueno en esto, por lo que termina ganándome.

—Me estoy muriendo de hambre. ¿Vamos por un helado?

Asiente y nos dirigimos al puesto más cercano.

Antes de él | HEROPHINE |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora