v e i n t i s i e t e

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A la hora del almuerzo, me quedo parada en mitad de la cafetería, sin saber a donde ir. Podría sentarme con algunos compañeros que conozco de distintas clases, pero para empezar, ni siquiera sé dónde se ubican y no sabría a ciencia cierta si me recibirían a gusto. Con Meg, Thomas y Jordan, que los alcanzo a ver desde aquí, no me puedo sentar. No solo porque no lo quiera (ya que no deseo pasar por un silencio incómodo), sino porque mis dos amigos me hicieron señas de que no sería algo razonable acercarme a Meg en estos momentos.

Las cosas con Meg no han cambiado. Desde nuestra pelea de ayer, no me ha enviado un mensaje ni me ha llamado. Yo no lo hice, porque pensándolo a fondo, yo no soy la culpable de nada, por lo que en vez de ir a disculparme con ella, soy yo la que debería recibir una disculpa. La he ignorado cuando me la he encontrado en los pasillos está mañana y ella ha hecho lo mismo. No creo que dentro de poco las cosas vayan a salir bien.

—¿Jo? ¿Qué haces aquí parada como una idiota? —me saluda Amanda, la amiga de Cooper que conocí hace unas pocas semanas, la que tiene el pelo corto, igual que mi amiga Ashley— ¿Vienes a comer con nosotros?

Mi cara se ilumina. Se me había olvidado por completo la existencia de Cooper y sus amigos. —Claro.

Pasamos en frente de la mesa de mis amigos y trago con fuerza, tratando de ignorar sus miradas sobre mí. Más adelante, nos sentamos con todos y Cooper casi se atraganta con su agua cuando se fija en mi presencia.

—Jo, qué sorpresa. No esperaba verte por aquí. —se hace a un lado para que me siente junto a él. Cuando lo hago, carraspea— ¿Cómo ha ido todo? Ayer no fui a visitarte al trabajo porque mi hermana...

—Espera, espera, espera, —dice uno de sus amigos, el cual tiene una gorra negra cubriendo su pelo castaño— ¿ibas a ir a visitarla a su trabajo?

Cooper hace mala cara. —Sí, Keith, ¿algún problema?

—¿Enserio quieres que te lo diga? —dice con una sonrisa burlona.

Amanda resopla, cambiando de tema. —¿Dónde trabajas, Jo?

—En una cafetería a pocas calles de aquí. Deberían ir, es muy concurrida y venden los mejores postres.

—Si Cooper nos invita un día de estos, tal vez iremos... —otro amigo de Cooper interrumpe a Keith, dándole un codazo.

—Si tenemos suerte, te visitaremos dentro de poco. —me sonríe— Soy Matt.

El estómago se me revuelve y fuerzo una sonrisa. Tengo que recordarme mentalmente que no todos los ''Matt'' son unos idiotas sin cerebro.

—Los estaré esperando, Matt. —debo hacer un gran esfuerzo para pronunciar ese nombre sin que suene desagradable— Aunque solo trabajo los martes a jueves. Hoy es mi último turno de semana.

—Es una pena. Cooper, ¿irás a visitarla hoy? —vuelve al juego Keith.

Hay una chica callada al lado de Amanda, que no me ha dirigido la palabra ninguna de las veces las cuales me he sentado en esta mesa. Es hermosa, tiene el cabello castaño claro, unas pestañas larguísimas, ojos marrones y labios gruesos. No levanta la mirada de su sandwich.

Cooper, sin poner cuidado a las insinuaciones de Keith, le saca el dedo de la mitad y me rio.

—Hoy sí iré, confirmado que iré.

Le sonrío. —Vale, no hay problema.

Los demás se terminan de presentar: la chica callada es Niña, hay otra chica que se llama Verónica y su novio, un pelinegro con unos ojos grises muy interesantes, se llama Oscar. La pasamos charlando y riéndonos durante todo el almuerzo y es fácil entrar en confianza con ellos, incluso me encuentro debatiendo con Keith sobre temas políticos sin importancia y burlándome de él en repetidas ocasiones por las bromas que hace. Matt le hace justicia a su nombre, es más relajado y parecer ser el más civilizado de todos ellos. Tiene el cabello castaño oscuro, ruloso y ojos negros.

Antes de él | HEROPHINE |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora