s e s e n t a y c i n c o

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Cabeceo contra el pecho de Thomas y aprieto mis ojos, intentando luchar contra el sueño. Meg, a mi lado, ha caído directamente en los brazos de Morfeo con la boca ligeramente abierta.

Han pasado 2 largas horas desde que llegamos al sitio y nos encontramos escondidos en la parte superior de la escalera al otro extremo del apartamento donde se siguen oyendo las voces altas. No obstante, algunas veces se quedan en extensos silencios. En este punto, dudo mucho que nuestra teoría estuviera en lo correcto. Tal vez Cooper y West hubieran entrado a una de las viviendas del primer piso para recoger algo e irse inmediatamente.

—No voy a resistir mucho, Jo. —me avisa la voz somnolienta de Thomas. No lo puedo ver a la cara pero siento su respiración tranquila de su pecho contra mi oído izquierdo. Meg se ha acostado en una posición muy incómoda, su cabeza recostada en el regazo de nuestro amigo y el cuerpo tirado en los 3 escalones siguientes.

—¿Cómo mierdas se puede acostar sin sentirse incómoda? —señalo a Meg con la barbilla.

Lo siento encogerse de hombros.

—Meg duerme en todo lugar, nada es un impedimiento para ella. Y pronto no lo será para mí, será mejor que nos vayamos. Tal vez estamos persiguiendo una pista falsa.

Me incorporo, moviendo los hombros en círculos.

—Tal vez tienes razón, le escribiré a...

El sonido de una puerta abriéndose interrumpe mi comentario y Thomas y yo nos quedamos estáticos. Meg se sobresalta, parpadea repetidas veces y casi se cae. Se tiene del brazo de Thomas, por lo que le da impulso y él casi termina encima de ella y yo me sostengo del barandal, acabando con la mano atrapada entre el pecho y las piernas de Thomas y un pie 2 escalones abajo para evitar perder el equilibrio.

Aún así, ninguno se atreve a pronunciar una palabra ni a respirar demasiado fuerte.

Me reiría de la posición en la que nos encontramos si la voz de Cooper no hubiera resonado por el pasillo.

—Es su puto problema, a mi no me metan en sus asuntos.

Una risa ronca. —¿Y después, qué? ¿Pretenderemos que tú no fuiste el que confrontó a ese hijo de puta e hizo que las cosas se complicaran más?

West.

—¿Yo qué iba a saber que luego ese hijo mimado de papi se vengaría de nosotros?

—¡Es simple! —interviene la voz de Steve— ¡No acepta que ningún ser humano en este planeta lo mire por encima de su hombro! Tú lo sabías muy bien, lo sabías perfectamente bien. —una pausa larga.

El silencio se extiende hasta donde estamos y lentamente bajo mi mando del barandal. Meg empuja a Thomas para que deje de aplastarla y él se incorpora lentamente.

—Lo sabías. —lo interrumpe West, en voz baja y letal— Ese es el caso, lo sabías.

—¿De qué jodidos estás hablando? —pregunta Cooper, por su tono de voz, creería que está confundido.

Se escuchan unos pasos rechinar contra la madera fina y brillante de la que está compuesta los suelos.

—Sabías que confrontarlo traería unas consecuencias catastróficas no a ti, sino a nosotros. —continúa. Tengo que hacer un esfuerzo para escuchar porque su voz no es más alta que un susurro ronco— Eso era lo que querías.

Otros pasos contra el piso.

—No, no, no. —repite Cooper.

Sin embargo, nadie dice nada. Escucho a Steve maldecir por lo bajo.

Antes de él | HEROPHINE |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora