c i n c u e n t a y o c h o

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El día había sido un poco tenso. Los hermanos Fiennes estaban callados como el infierno, como si estuvieran aguardando, alertas, y preparándose para esta noche. Los únicos atisbos de conversación que teníamos era cuando yo iniciaba la conversación, porque de ser por ellos, se quedarían en silencio hasta que alguien los obligara a hablar.

En la noche reinaba una calma inquietante, la armonía del caos, lo llamó Emma. No estaba equivocada. Al menos, a Mercy pareciera que le volvió un poco de alegría y emoción el ponerse su precioso vestido blanco, con una abertura en la pierna derecha y que le quedaba pegado. Quedé completamente enamorada de él.

Miro mi reflejo en el espejo de mi habitación. Maquillaje y peinado listo, al igual que los tacones altos y el vestido dorado brillante. Suspiro, tocando la tela superficialmente. No me arrepiento de haberlo comprado, es hermoso, simple, glamuroso, atrayente y especial. He decido hacerme una moña con unos cuantos mechones de cabello brillantes saliéndose de ésta, cayendo a los costados de mi cara. El maquillaje ha enmarcado mis pómulos y ojos, nada extravagante. Los tacones son plateados, un poco incómodos por la altura, pero nada que no pueda manejar.

Sonrío satisfecha y miro la hora. Vale, en 10 minutos saldríamos en un Uber porque aunque Steve se haya ofrecido a llevarnos, los tres negamos rotundamente. Hero por orgullo, Mercy por resentimiento y yo estaba a punto de decirle ''me da igual'', pero al ver su negativa...

Cojo un pequeño y elegante bolso colgante blanco brillante y salgo de la habitación hacia la sala. Mercy está devorando una tableta de chocolates y juro por Dios que todo el aire sale de mi cuerpo, como si me hubieran golpeado en las costillas, cuando visualizo a Hero, sentado en uno de los brazos del sofá.

Está increíblemente guapísimo. Tan sexy que me faltan las palabras para describir lo hermoso que está. Caliente como el demonio. Ese esmoquin negro debería ser un delito por la forma en que le queda. Su cabello, engominado un poco hacia atrás, junto al aura de belleza, reserva y seguridad que desprende... las piernas parecen no ser capaces de soportar mi peso.

Y así mismo me devora él con la mirada. Sus ojos verdes detallan cada centímetro de mi aspecto y muerde su labio inferior, esta vez no solo con lujuria, picardía y lascivia, sino con adoración absoluta, un venerar y avidez que desprende por cada poro de su cuerpo, como si sus respiraciones estuvieran siendo controladas y ajustadas.

Se levanta de su lugar y Mercy abre los ojos como platos al verme, luego alza sus pugares en señal de aprobación. Las comisuras de sus labios están llenas de chocolate.

Hero me toma por la cintura, luego acuna mi mejilla en su mano y juega con un mechón de pelo antes de ponerlo detrás de mi oreja.

—Malditamente extraordinaria, portentosa y radiante. ¿Cómo algo puede ser tan... inocente, tierno y suave, pero sexy, seductor y fascinante a la misma vez? —la voz le pende de un gruñido y un escalofrío recorre mi columna desnuda.

—Parecen a punto de follar. —lamenta Mercy a lo lejos y nos da la espalda, refunfuñando.

Sonrío ampliamente y le acaricio las mangas del antebrazo.

—Tú estás descomunalmente sexy. Debería ser ilegal lucir así de bien. Tan... atrayente y atractivo... —niego pasmada— no sé cómo lo haces.

Suelta una risa ronca y sonríe ladeadamente. Me mareo un poco al verle esa sonrisa, esa maldita sonrisa.

—Joder, —dice Mercy, alargando la ''o'', limpiándose la boca y comiendo un chicle que acabó de sacar de su cartera— vámonos ya antes de que sea demasiado tarde. No puedo lidiar con ustedes dos.

Sale del apartamento y aprovecho el breve tiempo de privacidad para robarle un beso arrollador a Hero. Mi espalda se echa hacia atrás mientras él se inclina hacia delante, su agarre en mi cadera acentuándose a medida que el beso se vuelve más profundo.

Antes de él | HEROPHINE |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora