t r e i n t a y n u e v e

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Tres palabras:

Cólicos. De. Mierda.

No sé ni cómo he conseguido llegar a la universidad, porque mi estómago se retuerce y aguanto las ganas de vomitar, porque no me apetece dañarle a alguien el día, menos a mí misma. La cabeza me duele, aunque por lo menos puedo controlar ese dolor. Algunas veces tengo que parar a tomar aire, cada 10 metros, porque no doy para más. O tengo mucho frío, o tengo mucho calor. No hay un punto intermedio.

Cuando volvimos ayer al apartamento me fijé en que me había bajado la regla. Los dolores comenzaron hoy por la mañana. Mercy me dio algunas pastillas que utiliza para batallar contra los cólicos, pero no me están sirviendo para nada. Mi ciclo es regular, no obstante, son pocas las veces que me da tan duro la llegada del mes. Comúnmente siento una pequeña molestia controlable, pero cuando mis ovarios deciden hacerme sufrir un poquito más, lo hacen con ganas.

—Dime que no te vas a desmayar. —dice Jordan, el cual me encontré en la entrada del campus.

—No prometo nada. —digo con un gruñido que salió como un gemido lastimero— Odio la regla. Algunas veces odio ser mujer.

—Yo decidí librarme de ella hace unos cuantos años. La mejor decisión de mi vida.

Le sonrío de lado antes de hacer una mueca.

—Joder. —paro a tomar aire— No creo ser capaz de llegar a clase. No debí haber venido hoy.

—¿Y perderte los finales? Ni riesgos. —me toma del antebrazo y prácticamente me arrastra— No tienes tan mal aspecto. Digo, he visto peores. Cuando le pasa a Meg...

Se detiene como si hubiera dicho un sacrilegio.

—Continúa. —hago un gesto indiferente con la mano— Estoy peleada con ella, sin embargo no es mi mayor enemigo.

—Cuando a ella le pasa no se puede ni levantar de la cama. Se pone tan pálida que un día Thomas preguntó si ese era su cadáver o estaba viva.

—¿Qué contestó Megara? —se me hace imposible decir el diminutivo de su nombre. Es como si hubiera perdido ese derecho.

—Primero lo mandó a la mierda y luego le tiró un vaso.

Abro los ojos horrorizada y se excusa. —¡De plástico! Aunque Thomas la haga enojar, no quiere matarlo. Creo.

Me rio sin ganas y llegamos al edificio B1. Olvido todos mis malestares y busco a Hero con la mirada. Algo que no me ayuda ni un poco son los nervios que siento. Es decir, hasta ayer estábamos bien. ¿Me ignorará aquí? ¿Pretenderá que no pasó nada? ¿Seguirá... con Jennifer o algo así?

Estoy acostumbrada a esperar lo peor.

—Mierda. —digo antes de taparme la boca y cerrar los ojos con fuerza para evitar una arcada.

—Yo también me pongo así cuando veo a Jennifer. —bromea mi amigo.

Tomo varias respiraciones antes de preguntar: —¿Está por ahí?

—Sí. Está a unos cuantos metros.

Levanto la mirada y la veo. Está con Evelyn y una chica que no conozco. Mueve mucho las manos al hablar y su cabello negro se desliza con gracia sobre su hombro.

—Es mejor apurarnos. —le aviso— Thomas debe estar esperándome, comparte clase conmigo. ¿Me harías el favor de llevarme sana y salva al aula?

Asiente. —A sus órdenes, capitán.

Lleva a cabo lo prometido y llego un poco mejor a la clase, donde el profesor aún no ha llegado. Thomas me sonríe desde la tercera fila y hay dos chicas que lo miran embelesadas desde la primera fila.

Antes de él | HEROPHINE |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora