n o v e n t a y t r e s

1.7K 163 107
                                    


HERO.

Volví cuando me sentí lo suficientemente cuerdo. Casi todas las patrullas se han marchado. La cabaña sigue rodeada de agentes especializados en pruebas de ADN, pero aparte de ellos, el bullicio de antes desapareció.

Excepto Mercy y West.

Frunzo el ceño y me dirijo hacia West con pasos enojados. Se ve palídisimo, sus labios morados y aprieta los dientes para no temblar.

—¿Por qué mierdas no has ido al hospital? —le evalúo el pie. Está horrible. No quiero parecer un hijo de puta ahogando una arcada, por lo que trago saliva con fuerza— ¿Te dejaron quedarte aquí?

Niega con la cabeza.

—Te estaba esperando. —responde mi hermana por él. Le pone un paño de hielo en la mejilla, frunciendo el ceño con precaución. Mi hermana se ve aún mayor de lo que es con esas ojeras y ojos cansados— Se los comunicó a los paramédicos.

Paso una mano por mi cabello engrasado, ya que no me lo he bañado en días.

—Eres gilipollas. —le suelto— Un leal gilipollas, pero sigues siendo un gilipollas.

Da un atisbo de sonrisa y le aviso al conductor que estamos listos para marchar al hospital. Sin alguna ofensa a mi amigo, se ve jodidísimo. Aguantar el frío en la hora en que estuve en el bosque no le hizo ningún bien.

Lo acomodan en la camilla y cierran las puertas traseras, con nosotros dentro.

—¿Dónde estabas?

Ignoro la pregunta de mi hermana.

Llorando en el medio de la nada. Golpeándome repetidas veces el pecho para comprobar si la agonía podía irse a partir de eso. No, no lo hizo; es más, se reacomodó y se expandió. Tirado en la grava, mirando las estrellas, preguntándome por qué ella.

Sin embargo, para mi propio mérito, no miré mi celular. No me atreví a tocarlo siquiera. Una cosa es socavar mis propios recuerdos, pero otra muy diferente es ver su rostro perfecto sin golpes y con una gran sonrisa, una que a ciencia cierta no sé si volveré a ver en un largo tiempo.

Puedo ser masoquista, no obstante, no empeoraré ese vacío que se ha instalado dentro de mí. No si quiero seguir respirando con normalidad.

En un silencio inquietante, con los irregulares latidos del corazón de West, nos dirigimos al hospital. No lo fuerzo a hablar ni a contarnos qué pasó, eso después tendrá su tiempo. Lo único que me preocupa es su salud.

Ha llegado al punto de alucinar. El paramédico dice que es normal, con la pérdida de sangre que ha tenido y los daños colaterales.

Sin embargo, a mí no me parece que esté medio dormido.

Cuando el nombre de Avery sale de entre sus labios, sé que mi amigo está en todos sus sentidos.

| | |

Llegamos al hospital una media hora después. A mitad del camino venía frenético, ¿todo eso se demoraron para llegar con Josephine? ¿Pudieron controlar el sangrado? ¿Hubo inconveniente? ¿Tuvieron que hacerle alguna cosa para que su corazón volviera a regularse?

Creo que ese último pensamiento es el que me tiene loco. Concibo imposible la idea de que su corazón haya dejado de marchar. Después de esas noches donde escuché su corazón, donde me sonreía y me decía que siempre sería mío...

A West se lo llevaron a un piso diferente y lo acompañé hasta que lo estabilizaron. Al momento en que lo sedaron, me fui corriendo, casi derribando a un niño de 8 años en el proceso, a cuidado intensivos, donde creía que estaba Josephine gracias a la gravedad de la herida.

Antes de él | HEROPHINE |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora