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Al día siguiente, me levanto temprano para ir a correr, aunque no correré mucho porque no conozco mucho la ciudad y no quiero perderme. En el momento en que el frío choca contra mi cara, sonrío mientras me pongo mis audífonos y la música empieza a reproducirse. Planeo darle un par de vueltas a la calle.

Ayer, cuando terminé de desempacar la mitad de mi equipaje, no vi más a Hero. Bien por mí, creo. En la cena, Mercy y yo nos quedamos hablando hasta tarde en el comedor y he descubierto que es una chica muy carismática y divertida. Un poco tímida, eso sí, pero me cae bien.

No puedo decir lo mismo de su egocéntrico hermano. Ese aire de chico malo y de chico baja-bragas, combinado con su comportamiento arrogante y pícaro es un combo muy, muy peligroso. Sé cómo funcionan ese tipo de chicos. Está de que te caes, lo admito. Está buenísimo y él lo sabe. Lo usa para su provecho, conquistando ingenuas e inocentes chicas que creen en todas sus promesas de amor, cuando realmente solo las quiere para una noche. O dos, con suerte.

No me agradan esas personas. No obstante, tal vez no debería juzgar muy pronto, capaz su día andaba de la mierda y por eso la razón de su actitud. Quién sabe. De todos modos, después lo conoceré más de cerca.

Un pensamiento atropellado nace en mi cabeza y gracias a eso casi choco con un peatón. Musito un ''lo siento'' pero sigo adelante, reacia a que aquella persona vea mi cara de vergüenza. Básicamente, lo que ronda por mi cabeza es:

''¿Llevará sus ligues al apartamento?'' 

Digo, no es mi problema, sin embargo como cualquier persona normal me incomodaría muchísimo tener que pasar un mal trago. El ambiente no sería nada cómodo de esa manera. Lo tengo que hablar con Mercy, seguro ella me ofrecerá alguna respuesta.

Me obligo a despejar mi mente y después de unos 45 minutos, vuelvo al edificio. Sin perder el ritmo, me acerco a la entrada mientras voy sacando mis llaves, las cuales Mercy me dio la noche anterior.

Sin embargo, algunas veces se me olvida que la suerte parece burlarse de mí algunas veces y alguien abre la puerta con la suficiente rapidez para que choque conmigo.

Me balanceo hacia atrás, a nada de perder el equilibrio y caerme de culo a la acera, cierro mis ojos con fuerza esperando el golpe, pero nunca llega ya que la persona con la que choqué sostiene mi espalda con fuerza y evita mi caída.

Huele de maravilla, es lo primero que pienso. Es una colonia masculina que nunca he olido antes pero creo que es mi olor favorito desde ahora.

—¿A dónde vas tan apurada, rubia?

Abro los ojos inmediatamente al reconocer esa voz grave y profunda, con ese acento londinense que puso mis piernas de gelatina ayer y oh, qué sorpresa, lo volvió a hacer.

De igual manera, ese no es el punto. El punto es que su cara está muy cerca a la mía. Desde esta posición, me doy cuenta de varias cosas:

1. Sus ojos verdes iris son tan lindos y cautivadores que no puedo apartar mi mirada de ellos. Ni por un segundo.

2. Sus pestañas largas hacen que me encuentre aún más encantada con sus facciones.

3. Solo desvío por un momento mi mirada hacia sus labios, los cuales acaba de lamer. Son rosados y están un poco húmedos, por lo que mi sentido irracional grita en mi mente: bésalo, bésalo, bésalo.

4. Sus facciones masculinas son perfectas. Le caen algunos mechones de cabello por la frente, y me pregunto si su pelo será sedoso. Mis manos pican para tocarlo pero me obligo a quedarme estática. Su colonia inunda mis sentidos y no creo estar pensando racionalmente.

Antes de él | HEROPHINE |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora