s e s e n t a y n u e v e

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HERO.

Sus palabras resuenan por todos mis huesos, una y otra vez, descontroladas, salvajes, libres de hacer lo que sea que quieran conmigo. Las manos me tiemblan a los costados, los pulmones se me han contraído y todo el aire que tenía hace unos minutos se va lentamente, dejándome en una agonía aterradora que nunca antes había sentido.

Miro fijamente el punto por donde se marchó hace unos pocos segundos, como si mi cuerpo no fuera el mío, como si alguien más estuviera viviendo este momento. Un crujido silencioso se apodera de mis pensamientos y no puedo pensar ni capacitar reacciones, lo único que siento es un maldito dolor en el corazón, en el fondo de mi alma, que me hace querer caerme de rodillas de nuevo y nunca volver a ver la luz del sol.

Otra lágrima solitaria cae por mi mejilla, pero no creo que todas las lágrimas que sea capaz de producir logren expulsar toda mi aflicción. Es inmensa. Es gigante. Me ahoga y me envuelve en sus brazos sin escapatoria alguna. Las rodillas me tiemblan y la garganta me arde cuando intento tragar saliva.

Sabía que arriesgaba tantas cosas al meterme en esta mierda. Sabía cuáles eran los peligros, las probabilidades de que todo se desmoronara, los diferentes caminos que podían ser igual de horrendos. Sabía con cada centímetro de mi piel que mi propia vida podía peligrar si cruzaba cierto límite, también la vida de Steve y West, incluso de la jodida Jennifer.

Pero me importaba una mierda.

Ese miedo nunca llegó a ser algo real. Sabía que Steve y West se podían cuidar las espaldas por sí mismos, pero un temor tenaz me llenaba cada vez que pensaba en Mercy, en los cientos de finales malos para ella.

Solo continué por ella. Porque si hay alguien que merece seguir riendo, disfrutando y saboreando de la vida, es ella. Haría lo que estuviera en mi mano por salvar a mi hermana de las garras de mi padre, de cualquiera que se atreviera a alejarme de ella.

Pero con Josephine...

El día en que la conocí no tenía idea de que esa rubia con mirada de acero iba a colarse dentro de mi piel, llenando todos los rincones vacíos de mi corazón y huecos de mi alma. No tenía una puta idea de que mi voluntad se iba a convertir en la de ella, que mi respirar dependía de su aire, que su amor llegaría a serlo todo para mí. Que ella llegaría a ser todo para mí.

En el momento en que supe que mi alma entera le pertenecía a esos ojos verde azulados, cuando logró traspasar cualquier barrera y hacer latir mi corazón de nuevo, un miedo parecido al que tengo con mi hermana empezó a nacer en la oscuridad, en silencio, con rapidez y letalidad.

Primero tendrían que pasar sobre mi cadáver antes de que la lastimaran. Y estaba... estoy dispuesto a dar lo que queda de mí por esa chica astuta y con corazón de fuego.

No obstante, no sospeché que yo sería el responsable de que ella misma se alejara de mí.

Y me siento como un jodido imbécil egoísta por no querer que lo haga; que sin importar lo que hice, deseo con más fuerza de lo que alguna vez he deseado en mi vida que se quede a mi lado.

No sé qué fue peor. Ver sus lágrimas caer, ver la decepción y el odio en esos ojos que alguna vez me miraron con amor y adoración o sus palabras frías y crueles que podrían igualarse a puñales dispuestos a abrir cualquier herida y dejarla ardiendo.

Yo mismo llegué a la respuesta, solo en medio del parqueadero, con el sonido de la lluvia tan distante que parece provenir de otro universo.

La peor parte fue verla marcharse. Para después preguntarme si alguna vez seré capaz de volver a amar tan fuerte como la amo a ella.

Antes de él | HEROPHINE |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora