EPÍLOGO.

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Escuchar canción cuando el símbolo [*] aparezca.











EPÍLOGO.


HERO.

Hay un proverbio chino que se ha quedado rondando en mi mente desde que lo escuché a los 14 años. Nunca supe exactamente por qué vivía en mi cabeza, de qué utilidad iba a servirme en ciertos periodos de mi vida. Para ser sincero, me burlé de él y no lo tomaba enserio; ni de cerca.

Desde que tengo memoria, no he sido feliz por completo. Siempre había un ''pero''. O, mejor dicho, siempre había personas que me impedían alcanzar lo que todo el mundo describía como la mejor sensación que se puede tener y vivir.

No voy a echarles del todo la culpa a ese tipo de personas —traducido a mi padre— porque tengo en claro que muchísimas decisiones las tomé a mi propia mano. Por ejemplo, las peleas en las que me metía constantemente para liberar esa furia iracunda, esa presión que soportaba en mi hogar. La mierda en la que vivía, ese ambiente tóxico que no me dejaba soltar una carcajada sin preguntarme si el destino tenía otros planes para mí.

Siempre era lo mismo. Un pequeño momento de felicidad rápidamente se convertía en uno de rabia y dolor. Impotencia y desorientación. Me preguntaba si, en vez de ser el problema de otros, si era yo el verdadero problema. Crecí tan alimentado de esa paradoja que mis comportamientos y actitudes se basaron en acciones problemáticas que no solo me cansaban emocionalmente, sino que alejaba a la gente que quería ayudarme de alguna manera.

Me he juntado con personas que son iguales de mierda y de basura. Que han hecho cosas terribles y su personalidad es una completa perdida de tiempo. Lo único bueno que creía que me quedaba, era el honor que sentía al tener sana y salva a Mercy, al ver las sonrisas de mi madre. Si ellas estaban bien, yo lo estaba. Así de simple.

Nunca me permití explorar un concepto de felicidad más transcendente y grande que aquel. Sin embargo, el proverbio no se iba:

''No puedes soñar con máquinas del tiempo y maquinaciones de venganza. Sabrás cuándo llegará el amor de verdad, y cuando lo haga, los centavos brillantes engañosos dejarán de ser un obstáculo en tu camino. Las falsas promesas dejarán de ser un miedo. Y agradecerás cada grieta que no sabía que tenías que remodelar de tu armadura.

Porque el amor salva.

Y salva el amar.''

Amor.

No miento cuando digo que me parecía un concepto de mierda generalizado en cómics, historias y películas. No era una cosa real, me decía. Nunca había sentido esas mariposas en el estómago, ni el famoso vuelco en el corazón al ver a alguien, tampoco pasó una gran calidez que pudiera curar todos mis males.

Hasta que llegó ella.

Con unos ojos orgullosos, sonrisa intrépida y expresión insolente. Cabello rubio dorado, mejillas rosadas, nariz perfecta. Sus carcajadas vibrantes, su voz tranquila y suave, sus manos abiertas ante cualquier diversidad que pase, sus pasos seguros hacia sus sueños sin dejar que vendavales la desviarán de su camino.

La había odiado. Había odiado esa aura que desprendía, esa alegría y ferocidad inamovible de sus rasgos. La voluntad que proyectaba.

Salvaje e impredecible. No sabrás si te amará, o de lo contrario, te alejará. Si afronta los problemas con su barbilla levantada o te pide que la ayudes a pasar la tormenta.

Antes de él | HEROPHINE |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora