EXTRA 4; West.

697 67 83
                                    



WEST.

El despertador suena dos veces antes de que literalmente lo asesine con mi propia mano, tirándolo al piso.

En mi defensa, esta vez sí fue accidental.

Gruño por lo bajo, tapando mis ojos del sol con mi antebrazo derecho. Me quedo unos 15 segundos en la cama, preguntándome qué hora es, cuántas horas dormí. Si fueron 5, 7 o solo 15 minutos.

Porque la noche estuvo muy, muy larga.

No me quejo, en realidad. No me arrepiento de quedarme despierto hasta las 4 de la mañana hablando con Danyee.

Sonrío levemente y tomo mi celular para asesorarme de que no haya mandado nada vergonzoso, Dios sabe que en la madrugada las cosas se ponen muy profundas.

Danyee: No sé qué esperar de ti a estas horas, vuelve a dormir.

West: Entonces descúbrelo tú misma.

Además, lo mismo aplica para ti.

Danyee: Sigo en el hospital.

West: ¿A las tres de la mañana?

Suspiro, frunciendo el ceño. Trabaja demasiado, da más de sí misma de lo que cualquiera esperaría. Sin embargo, lo hace con todo el amor del mundo. Es capaz de quedarse días enteros sin dormir para acompañar a sus pacientes, tanto menores de edad como los de lesiones.

Si eso la hace feliz, no soy nada ni nadie para exigirle lo contrario.

Danyee: Max me pidió ayuda para tener bajo monitoreo a una niña que tiene leucemia. Estoy acompañándola, junto a su hermana y madre.

Leucemia.

Una completa hija de puta.

West: Sé que nos conocemos hace poco más de dos meses, pero te conozco, Danyee. Sé que no cogerías tu celular en horarios de trabajo.

Danyee: Me ofrecí voluntariamente.

West: Sabes que puedes decirme lo que sea, ¿no?

Recuerdo que dudé unos segundos de mandarle ese mensaje, porque realmente no lo sabe. Estos meses... no sé si han sido para ella lo mismo que para mí. Hemos entablado una amistad que aprecio desde lo más profundo de mi corazón, pero no hemos tenido —evitado, mejor dicho— un momento u conversación que permita sacar el lado más vulnerable de nosotros mismos.

Mentiría si dijera que no me importa. Porque lo hace, y mucho.

No me ve con lástima ni piedad. No ve a las muletas o a las casi invisibles cicatrices de mi rostro. No ve la herida que atraviesa mi mejilla. Sino que me ve a mí, a West Gladwell, sin tapujos ni filtros, y no retrocedió asustada.

Tal vez por eso algo me ató a ella desde el primer momento en que la vi.

West: ¿Danyee?

Danyee: No creo que lo vaya a lograr, West.

Y por más que intente parecer estar fuerte, no creo poder resistir hasta la mañana. No cuando su hermana parece estar consciente de lo mismo. No cuando su madre...

No importa.

West: Sí importa. ¿Quieres hablar de eso?

¿Puedo llamarte?

Antes de él | HEROPHINE |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora