c i n c u e n t a y d o s

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JOSEPHINE.

Doy una vuelta y suspiro contra la almohada aterciopelada de Meg. El silencio de la noche me envuelve completamente y solo el sonido de los grillos parece perturbar la tranquilidad del momento, sin embargo, no puedo dormir.

La cama de Meg es lo suficientemente grande como para que duerman 3 personas, por lo que espero no estarla molestando o que ni siquiera se dé cuenta de que estoy despierta.

Pero, ¿cómo voy a poder dormir después de lo que pasó con Hero? Sonrío de tan solo recordarlo. Cada faceta de él me encanta, su lado dulce y tierno, su lado sutil y amable y su lado pícaro y desvergonzado. No podía dejar de besarlo ni de pensar en lo afortunada que soy de tener a ese hombre a mi lado.

Además, no pretenderé que fue algo superfluo. Llevo sin ningún contacto sexual desde hace ¿7 meses? No lo sé con exactitud, pero no tiene gran importancia. A lo único que le atribuiré atención es al hecho de que se sintió malditamente bien. Incluso mejor que malditamente bien. No me alcanzan las palabras para describir lo increíble que se sintió, ¿por qué no se había sentido así antes?

La sangre se me arremolina en las mejillas y suelto una risita como idiota.

—Me estás asustando.

Me sobresalto y me doy cuenta que Meg tiene apoyada su cabeza en la palma de su mano, mirándome con los ojos entrecerrados.

—No sabía que estabas despierta.

—Tampoco podía dormir. —vuelve a acostarse y resopla— Y luego vi que dabas miles de vueltas en la cama, sonreías y te reías sola. Un comportamiento cuestionable y al borde de la psicopatía, déjame decirte.

Me rio y la golpeo suavemente con la almohada.

—¿Por qué no podías dormir?

Se demora en responder.

—Porque no puedo creer que por fin les dije en la cara lo que quería decirles hace mucho tiempo. Aún así... no es suficiente. Nunca lo será. Pero se siente bien saber que probablemente me evitarán por el resto de sus vidas.

Asiento imperceptiblemente. Se incorpora un momento para prender las luces que tiene colgadas en la pared y el cuarto se ilumina en tonos dorados y blancos.

—¿Y tú?

—Bueno, lo mío no es definitivamente comparado con lo tuyo, pero pienso en Hero. —vuelvo a sonreír.

—Era bastante obvio la verdad. —se ríe por lo bajo— No me digas que follaron detrás de una gasolinera.

Abro la boca indignada y avergonzada.

—¡No follamos!

Se ríe con más fuerza y su cabello azul se ve precioso bajo todas estas luces.

—Vale, te creo. Igual estoy muy feliz por ti, a su lado se nota que eres feliz. Y, ¿has visto cómo te mira? Lo tienes en la palma de tu mano. Quién lo iba a decir. Debe odiarme por haberte robado por una noche.

Chasqueo la lengua. —Igual tiene que hablar algo con su hermana.

Estornuda y se tapa con el antebrazo.

—¿A qué se refería Jennifer? No puedo creer que le haya dicho eso a Mercy, ¿le viste la cara? Eso hace que la odie el doble.

Concuerdo totalmente.

—Ella... —dudo un momento en contarle. Lo ha mantenido en secreto y creo que nadie más aparte de mí lo sabe— se ha enrollado con alguien. No terminó muy bien.

Antes de él | HEROPHINE |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora