c u a r e n t a y u n o

3.1K 194 60
                                    


Meg tiembla contra mí. La abrazo fuerte, aunque para ser sincera, no es porque sea un gesto de ''te perdono'', lo hago más por el hecho de que se ve como alguien que necesita un abrazo.

Hace un calor de horrores. Mi garganta seca implora por algo de beber y mi cuerpo una sombra para básicamente no empezar a sudar como un cerdo.

—Meg —le digo después de varios minutos de estar abrazadas. Tampoco es que el contacto físico ayude a mi cuerpo a estar más fresco— vamos a la biblioteca.

Asiente y sorbe su nariz, sin mirarme a los ojos. Me parece extremadamente raro verla así, tan rendida, tan débil y tan expuesta. A lo largo de estas semanas, he conocido a una chica fuerte, feliz, un poco loca y atrevida. La imagen que me muestra en este momento contrasta mucho con la Meg que conocí hace 3 meses.

Tal vez confía lo suficiente en mí como para mostrarse así. No lo sé. No puedo afirmar nada porque mi mente ha decidido dejar de funcionar, cosa que agradezco, porque o si no estaría un caos.

Entramos en silencio a la biblioteca y nos sentamos en una mesa del segundo piso, que queda expuesta a la vista del primer piso y que está al lado del barandal. Me tomo un momento para ver la inmensidad del lugar. Nunca había entrado aquí, siempre me había decidido por ir a la pequeña biblioteca que queda al lado del edificio A1 porque me quedaba más cerca. Hay tres pisos en totalidad, el primero está lleno de libreros, que en su punto más alto tienen un cartel impreso donde dice de qué género son o qué información contienen. También hay mesas, pero en casi todas hay personas y queríamos un poco de privacidad.

En la parte derecha de la instancia hasta un poco más allá de la mitad del lugar, los libreros forman, por decirlo así, ''pasillos'', en donde hay algunos universitarios hablando entre sí o buscando algún libro. En lo que resta de espacio, están los centros de atención y otros libreros contra la pared. En el segundo piso, abundan aún más pasillos de libros, con la excepción de que en la zona que estamos, las mesas y puffs están ubicados estratégicamente para relajarse. Hay incluso una repisa donde se encuentran varios juegos de mesa para que puedas jugar con tus amigos.

—¿Qué hay en el tercer piso? —le pregunto a mi amiga. Supongo. ¿Lo sigue siendo? ¿Alguna vez lo dejó de ser?

En fin, se lo preguntaba porque más que curiosidad, el silencio me estaba pasando de factura.

Saco de mi bolso un termo de agua y lo bebo como si no hubiera un mañana. El agua pasando por mi garganta es una de las mejores sensaciones que he tenido en la vida.

—No hay libros ni nada de eso. Hay computadoras e impresoras. También hay algunos lugares que sirven para encuentros secretos. Por eso no solemos subir mucho ahí.

—Ya.

Guardo el termo y pongo las dos manos sobre la mesa.

—Verás, Meg... el día en que les conté todo, lo hice porque confiaba en ustedes. Porque pensaba que me iban a aconsejar o incluso a opinar sobre la situación, pero nunca me hubiera imaginado que me ibas a dar la espalda tan repentinamente. Todo pasó tan rápido que estaba tan confundida por tu cambio de actitud, es decir, solo pensaba ''joder, es un chico. Un ligue. No el fin del mundo''. Me hubieras podido haber explicado. Y en esta semana, desde el incidente, no me buscaste para hacerlo. Merecía por lo menos una explicación, ¿no? Entiendo que te puedas enojar porque tengas miedo de que él me lastime, o de que no quieres que yo caiga en su juego, pero esos no fueron ninguno de tus motivos.

Se queda callada y aprieto los labios. Ruego para que no se vuelva a cerrar de nuevo.

—¿Sabes —comienza— las interminables veces que quería ir corriendo a donde te encontrabas para disculparme por mi comportamiento de mierda? Muchas. Muchas veces. Jordan es testigo de eso. Cuando lo contaste, lo único que pude pensar era en cómo había pasado todo eso. La situación no era tan grave, sin embargo, creí que... creí que ya conocías la historia. —desde que entramos, me mira por primera vez a los ojos— ¿Él no te la ha contado?

Antes de él | HEROPHINE |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora