o ch e n t a y t r e s

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Hero y yo bajamos rápido por las escaleras. Él con preocupación por su amigo, yo con la rabia latiente en las sienes. Vino aquí, hizo todo un recorrido desde su casa hasta el edificio donde vive Hero, ¿para qué?

Las razones no importan mucho ahora, lo que me sorprende es que tenga la audacia de hacerlo. Se le debería caer la cara de la vergüenza por todo lo que ha hecho. Por lo basura que es. Por lo lamentable que es su vida.

Llegamos a la portería y nos dirigimos a paso veloz hacia la salida. Mis amigos, que estaban sentados en los sillones, se miran entre sí confundidos y nos siguen por detrás.

Ahí está. Con una sonrisa triunfante, de frente a West, Jennifer parece estar disfrutando como nunca la furia del chico con la cicatriz en la mejilla.

—¿Qué mierdas haces aquí? —le pregunta Hero, seco y directo, alzando un poco la voz.

Sus dientes podrían rechinar y sus ojos expulsan flamas. West está pálido, frunciendo los labios en un gesto de asco extremo y las manos apretando su pantalón hasta dejar trazos de tela arrugada y maltratada.

Con su pelo negro más largo de lo que recordaba, Jennifer ladea la cabeza, divertida, sin apartar la mirada de West.

—Solo para recordarles que los tengo en la palma de mi mano. Y que sus acciones tienen consecuencias.

Su voz tan suave, tan dulce y tan inocente hace que vea todo rojo. Emma me sostiene del brazo cuando ve mis intenciones de abalanzarme sobre esa perra y dejarla sin un solo maldito cabello en esa hueca cabeza que tiene.

West está temblando de la ira. No sé si Jennifer es lo demasiado atrevida o subestimó la definición de ''estúpida'' como para provocarle eso exactamente a él. Si ella sabe que los dos son peligrosos, ¿por qué arriesga su integridad personal así? No veo a Hero en los cabales de poder tocarle un solo pelo, a West tampoco, pero cuando miles de emociones nos invaden, la razón queda olvidada en un rincón profundo de la mente.

—Te vas en tres segundos, —le advierte Hero con un tono que se podría relacionar con la oscuridad, con la amenaza, con el autocontrol implantado para dejar en claro que en cuanto se rinda, las cosas no saldrán para nada bien— o sino tú serás...

No.

El sonido gutural que emitió West nos dejó a todos paralizados. Incluso le borró esa sonrisa satisfecha de la boca a Jennifer. Retrocedo un poco hacia mis amigos al oír esa voz. Hasta la mismísima Ashley Atwood se sobresalta y se esconde detrás de la espalda de Charlie, quién tiene una mirada escéptica, perspicaz e inteligente. Evaluando y sopesando qué es lo que está pasando, cuáles son los riesgos, tratando de acoplarse al momento. Emma es la única que se mantiene firme.

En este instante me doy miedo por los diferentes escenarios que se proyectan en mi cabeza. Desde rasguñarle la cara, pegarle un golpe en ese rostro, partirle el tabique, dejarla sin aire... y sin embargo, ese dolor nunca igualará a todo lo que ella incitó.

La pesadumbre que colgó de los hombros de Megara después de ver a su hermano al borde de la muerte, después de que a ella misma le dieran una paliza que hubiera dejado a cualquiera fuera de juego.

Los prejuicios con los que tuvo que cargar Jordan y Meg por rumores y por su realidad, por el simple acto de amar, por todas las miradas que tuvieron que soportar por comentarios ignorantes.

Sacar a colación la muerte de alguien tan importante como lo fue Avery para West y regarlo por ahí, a personas que ni siquiera lo conocen, creyendo tener el derecho de desvelar ese elemento tan esencial que sólo el implicado debería decidir a quién, cuando y cómo decirlo.

Antes de él | HEROPHINE |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora