v e i n t e

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Todo el lunes me la he pasado en la cama, tomando antibióticos y conversando con Mercy, que ha venido a mi habitación a hacerme compañía. Me ha informado que Hero durmió fuera. Se sintió como un golpecito en el pecho. 

Se me hace imposible ligar al Hero que tomó mi mano con fuerza en el London Eye, negándose a soltarme, siendo tierno y atento, haciéndome reír y alborotando las mariposas de mi estómago, que se multiplicaban al pasar los segundos; con el Hero de ayer, el que fue un tremendo imbécil. Mi perdición está en los momentos en donde mi mente me engaña y pienso sobre ese beso. O mejor dicho, esos besos. Aquellos que siguen haciéndome temblar cada vez que pienso en ellos, y mi corazón empieza a bombear tan fuerte que tengo que mirar hacia otro lado para que Mercy no sospeche nada.

Muy tarde.

—No quería preguntártelo porque tal vez eran imaginaciones mías, pero la manera en la que tus ojos brillan no es algo que pueda seguir pasando desapercibido. 

Frunzo el ceño, tomando un sorbo de mi botella de agua, envuelta en cobijas.

—¿Ah?

—Cuéntame, ¿quién es el afortunado?

Mierda. Yo solita me delaté.

—¿De... de qué hablas? —balbuceo.

Mi voz ya ha vuelto a la normalidad, mi garganta se encuentra completamente curada. Se lo atribuyo a las sopas deliciosas que me preparó ella.

—Vamos, —dice alargando la ''a''— no nací ayer. Conozco esa miradita y la manera en que tus mejillas se sonrojan no es coincidencial. Dime, ¿quién es el chico que te trae por las nubes?

—¡Ningún chico me trae por las nubes! —apoyo indignada mis manos sobre mis piernas, por encima de las cobijas.

—No mientas, eres muy mala mintiendo.

Suspiro y fuerzo una sonrisa.

—No vale la pena hablar de él.

—¿Qué pasó? ¿Te has unido al club de los corazones rotos? —niego y hace un mohín— Ah, que mal. Necesitaba una compañera.

—No es un corazón roto, es pura decepción. Es que... —me jalo sin fuerza el cabello, desesperada— ¿Por qué los hombres son tan contradictorios? ¿Por qué van, nos prometen el mundo entero para luego escupir sobre sus promesas? ¿Por qué nos ilusionan? ¿Por qué se molestan en hacerlo?

Lo dije tan de golpe que tengo que tomar aire al final. Ella me mira con los ojos abiertos.

—¿Fue Thomas?

La miro como si le saliera un tercer ojo.

—¿De qué mierdas estás hablando?

—Thomas te rompió el corazón, ¿verdad?

—¿Pero qué tiene que ver Thomas aquí? —digo alarmada.

¿Thomas y yo? Suelto una carcajada al pensar si quiera en esa opción.

—Dios, no. O sea, lo quiero muchísimo y en poco tiempo se ha vuelto en un amigo excepcional para mí, pero se me hace imposible verlo de esa manera. Y no, —aclaro— no es un corazón roto. Para tener un corazón roto primero me tuviera que haber enamorado...

—¿No lo hiciste?

Negué con la cabeza. —No. No me dio ni siquiera la oportunidad de intentarlo. Y sinceramente, me alivia muchísimo eso. Si me hubiera enamorado de una persona tan... problemática como él, estuviera hechas trizas. —confieso y me estremezco— Supongo que le debo agradecer por evitarme mierda innecesa...

Antes de él | HEROPHINE |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora