v e i n t i c u a t r o

3K 194 177
                                    




HERO.


Los rayos del sol caen en mi cara, iluminando toda la habitación. Abro los ojos lentamente y me cuesta unos pocos segundos acordarme de dónde estoy y qué pasó anoche. Cuando giro lentamente mi cabeza hacia la derecha me encuentro con la espalda desnuda de una hermosa pelirroja, la cual conocí en el club, que me brindó una noche llena de entretenimiento y diversión. Los dos condones desechos en el piso lo comprueban.

Necesitaba un mecanismo de distracción para ignorar todo aquello que abundaba en mi cabeza y me confundía como el demonio. Necesitaba diversión, y esta es la mejor manera de escapar del mundo.

Necesitaba sacar de mi cabeza a una rubia que puso mi mundo patas arriba.

¿Funcionó? No. ¿Eso me pone de un humor pésimo? Sí.

Sin embargo, al menos lo pude pasar de puta madre. Odio en lo que este asunto se convirtió. Yo no estoy para niñadas ni estupideces. Lo último que deseo en esta vida es envolverme en un drama inmaduro e innecesario, pero heme aquí. Mi ánimo se vuelve lentamente de la mierda.

Buscando mi ropa esparcida en el suelo, me visto y sin que la pelirroja se percate, salgo de su apartamento. No es difícil encontrar la salida, está a unos metros de la habitación principal.

Sí, puedo ser considerado como un imbécil de primera por eso, pero no estoy interesado para nada en quedarme más de lo necesario junto a una chica. Ellas saben lo que busco, que es solo follar. Claro, he tenido unos cuantos inconvenientes con algunas, pero en primer lugar, nunca debieron imaginar cosas que no son.

¿Por qué las chicas tienen que ser tan complicadas?

El aire de media mañana me recibe y exhalo. El cielo está despejado y sé que el día será soleado. Remuevo mi cabello y acomodo mi camisa.

No es difícil ubicarme. La pelirroja, creo que su nombre era Amy o Amanda, no estoy seguro, vive a unas pocas calles de la universidad. Me decido por ir primero a mi hogar para cambiarme y cubrir mis necesidades básicas.

Saco un cigarrillo del bolsillo trasero de mi pantalón mientras recorro el corto trayecto.

No demoro más de 7 minutos. Saludo al portero con un asentimiento de cabeza, subo al ascensor y cuando entro al apartamento, ignoro los latidos de mi corazón.

Este es el motivo por el que no duermo frecuentemente aquí. Saber que Josephine está a una mínima distancia de mí es algo que, sin explicación, me vuelve loco.

—Perdona, ¿te conozco? Creo que te has equivocado de apartamento. —Mercy posa sus manos en su cintura, con el pelo mojado. Supongo que salió de la ducha— No he visto tu cara en mi vida.

Ruedo los ojos mientras cierro la puerta. No deben ser más de las ocho de la mañana.

—Exagerada. —me dirijo al baño principal y me sigue.

—¿¡Exagerada!? ¿Sabes cuántas veces has dormido en esta casa las últimas semanas? —finge contar con los dedos de su mano— Estoy segura que menos de 10 veces.

—¿Me extrañan mucho por aquí? —me burlo y miro el pasillo esperando encontrarme con unos ojos azules grisáceos.

Se queda en silencio y se cruza de brazos.

—Ella no está.

Hundo mis cejas. —¿Eh?

—Se fue hace unos minutos, no quería llegar tarde a la universidad. Cosa que tú harás —me empuja hacia el interior del baño y cierra la puerta. Grita desde el otro lado de pórtico— si no te apuras. Te veo en la universidad.

Antes de él | HEROPHINE |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora