s e t e n t a y d o s

1.9K 157 99
                                    



JOSEPHINE.

Mi madre entra en un estado de shock y los sollozos parecen estar a punto de ahogarla. Mi padre, a su lado, retiene sus emociones y le sirve de apoyo para que ella deje de temblar tanto. Tiene una sonrisa en su cara, y se ha dejado crecer la barba, lo que me parece extraño pero le queda extremadamente bien.

Sonrío ampliamente y me abalanzo contra ellos. Mi madre suelta un sollozo que casi me deja sorda cuando envuelve sus brazos alrededor de mí y papá nos acobija a las dos con sus antebrazos.

—Mi niña, mi niña, mi niña... —repite una y otra vez Elizabeth, la persona a la que le debo la vida— Por fin en casa.

Pierdo todo control de emociones que tenía retenidas frente a mis amigos. Es imposible no desenvolverme con mis padres frente a mí, diciéndome cuánto me extrañaron y cuánto me aman. El mundo se vuelve una sombra que no me puede alcanzar cuando estoy con ellos, y en los brazos de los dos me siento tan protegida que toda aflicción desaparece completamente de mí.

Mi madre, con su pelo corto, casi al estilo pixie, se separa de mí y toca mis mejillas, mis hombros, mi cabello, mis manos.

A diferencia de ella, mi padre es más calmado y sereno. Sus ojos verdes brillan por la emoción y vuelve a apretarme contra sí.

—¿Cómo es posible que te hayas vuelto más preciosa en los últimos 4 meses? ¡Casi 5!

Me rio entre lágrimas.

—Tengo buenos genes.

Asiente, orgulloso.

—Sí los tienes, dulzura. Bienvenida a casa. Desde que te fuiste se siente más vacía, ya era hora que nuestra lucecita regresara.

Mis padres llevan juntos desde que tengo memoria. Sí, he tenido diversos sueños y metas que he desarrollado mientras iba creciendo y formándome como persona, pero algo que siempre he anhelado es encontrar el amor que mis padres tienen. Más de 22 años de conocerse y se siguen mirándose con tanto cariño que el corazón se me encoge al pensar en eso. Siempre han sido ellos dos y nada más, y cuando nací, me acobijaron con su afecto infinito.

—Stephen tuvo que detenerme incontables veces cuando intentaba comprar unos tickets para ir a visitarte en Inglaterra. —empieza a relatar mi madre y mi padre se encoge de hombros.

—Lo intentaba todos los días. Fue un arduo trabajo.

Vuelvo a reír y vuelvo a abrazarlos, queriendo no soltarlos jamás.

—Me hicieron muchísima falta. —digo con la voz pendiendo de un hilo.

Es verdad. Crecer bajo su protección y cuidado, y luego dejar toda la seguridad que me daban para irme sola por el mundo... estaba aterrada. Me criaron para ser alguien independiente y perseverante, sin embargo, su compañía era algo indispensable para mí y sentía que a mi corazón le faltaba un pedazo restante.

Quería... quiero hacerlos orgullosos. Esa es mi motivación principal. Mi motor de vida. La razón por la cual sigo adelante. Y en tiempos difíciles, solo me hacía falta pensar en las personas que darían la vida por mí para que todo mejorara, sin importar cuán lejos estuvieran.

Tal vez es por eso que entendí el por qué Hero era tan frío, aún así sea solo un poco. No me imagino una vida sin mis padres a mi lado. No sé cómo es crecer con solo una figura materna, o crecer odiando a tu figura paterna por lastimar y romper a toda tu familia. Tampoco quiero descubrirlo nunca. Y también ese es el motivo por el que admiro tanto a Mercy; porque a pesar de las circunstancias, no dejó que eso la afectara y eligió ser una estrella brillante que ama ilimitadamente.

Antes de él | HEROPHINE |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora