c i e n t o u n o

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Los días en el hospital se sienten un poco más solos y vacíos desde que mis padres y amigos se fueron. Solo un poco, porque Meg, Jordan y Thomas ya no se despegan de mí en ningún momento del día. Ni hablar de los hermanos Tiffin.

En realidad, lo aprecio mucho. Primero, porque me encanta pasar tiempo con ellos. Segundo, no quiero estar sola con mis pensamientos. Además, hacen más llevadera la estadía con la terapia, la cual ha aumentado de intensidad para que el proceso vaya incrementado.

Ni hace falta mencionar que mis amigos australianos me mandan mensajes todos lo días, hacemos videollamada en la tarde y con mis padres en la noche. Acordamos horarios para que tanto a mí como a ellos les quede fácil conectarse. Emma me mantendrá informada sobre sus sesiones terapéuticas, todo parece ir bien allí. Aun así, como me gustaría devolver el tiempo y abrazarlos unos segundos más.

Lucy ha acordado que dos sesiones semanales West y yo debemos hablar juntos sobre cualquier cosa. No necesariamente del incidente. Según ella, sirve para tener a alguien que te pueda entender completamente y no te juzgue sin precedentes. Ha funcionado, si soy sincera. Él me escucha y yo le escucho.

Es más, me alegra que haya sucedido. No sé si alguien más lo ha notado, pero West se guarda demasiadas cosas para sí mismo. No lo presiono demasiado, si no gusta hablar sobre ello es su decisión, sobretodo porque sé lo horrible que puede llegar a ser que las personas básicamente te obliguen a decir qué es lo que sientes.

—Hero me contó que no dejabas de repetir el nombre de Avery en la ambulancia. —le dije en una de nuestras sesiones, mientras yo caminaba alrededor de la habitación y veía las revistas que habían sobre las mesas caoba.

Tardó un poco en abrirse, claro está. No me esperaba menos.

—Hero recuerda muchas cosas para su conveniencia.

Solté una risa y evalúe una revista que traía una portada con una chica riendo a carcajadas. Hasta el día de hoy, sigo preguntándome cómo harán las modelos para fingir reírse sin pasar verguenza en el set o para que se vea tan creíble.

—Ya lo creo.

Volví al sillón que ya se designó como mío. West tenía los ojos llenos de escarcha morada por culpa de ''un ataque nuclear de Ambar'', según él lo describió.

Pasaron minutos antes de que hablara.

—La extraño.

Fue ahí donde me puse a su disposición.

—Sé que siempre la extrañaré, —continuó— obviamente ese tipo de personas que dejan una marca en ti siempre las llevarás en tu corazón. No solía hablarlo con Cooper porque ni yo mismo podía cargar con mi dolor, ¿entonces quién pensaría que podría cargar con el de él? —negó con la cabeza—. Sin embargo, seguí con mi vida. Antes de que Avery muriera, me hizo prometerle varias cosas; entre ellas, que continuara con mi vida y que fuera feliz. Cumplí con una y la otra... se fue desarrollando al pasar el tiempo. —hizo una mueca— Fue difícil hacerlo. Hubo días en los que tuve que acudir a la casa de mi tía porque las emociones eran demasiado para mí. Otros en donde sentía que podía hacerlo, que podía alcanzar la felicidad, o al menos una parte de ella.

Para ese momento, ya me había acercado al lado de su sillón. Desde hace dos semana ya puedo caminar y tener cierta libertad en movimientos rotarios de cadera. Aún falta por mejorar esa zona, pero de que ya puedo andar como lo hacía, sí. Un maldito alivio, si soy sincera.

—Pero la vida no ha sido la misma. No desde ella. Ya no parece tan... no sé cómo explicarlo... ¿brillante? ¿vida? No lo sé.

—Te entiendo. —le dije suavemente. Le cogí de la mano y lo forcé a mirarme a los ojos— Dime West, ¿qué es lo que más has temido en todos estos meses?

Antes de él | HEROPHINE |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora