n o v e n t a y o c h o

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Hero se apoya contra la pared, sentado, conmigo en su regazo. El sol hace que la madera esté un poco caliente. Traza dibujos en mi espalda semi desnuda, dándome tiempo para calmarme.

Su silencio es tranquilizante. Reconfortante. Acaricia mi cabello con su otra mano y sorbo mi nariz.

—¿Estás enojado conmigo? —le pregunto en un hilo de voz, abrazándolo con más fuerza, con miedo de que desaparezca.

Le sequé las lágrimas a base de dos besos suaves en sus mejillas. No creo que alguna vez me hubiera sentido tan horrible y miserable como cuando lo vi llorar.

—Lo estoy, pero no por los motivos que tú crees. —acuna mis pómulos en sus grandes manos. Su cabello negro resplandece con la luz— Te he notado rara desde hace varios días, pero no sabía si era mi masoquismo el que me guiaba por esas teorías.

Aprieto los labios, pestañeando porque el iris me arde un poco.

Me da un beso en la frente y pregunta contra mi piel:

—¿Qué te está pasando, rubia?

—Hay algo mal en mí. —le suelto en atropelladas palabras, como si hubieran estado esperando a salir de la jaula en la que estaban encerradas.

Hero se echa hacia atrás con rapidez y frunce profundamente su ceño.

¿Qué?

—Hay algo mal en mí. —le repito, señalando mi pecho con mi dedo índice— Algo se ha criado ahí y no ha hecho nada más que crecer. No me deja respirar con tranquilidad, no me deja... vivir. Ser feliz. Sé que debería estar alegre porque el problema acabó, pero estos días no... —mi barbilla empieza a temblar, incapaz de terminar.

—Dilo.

Trago saliva, y encontrando fuerza en su mirada, termino por contarle:

—No soy capaz de mirarme al espejo. Odio hacerlo. No he visto mi reflejo en unos 4 días. Y no tengo ningún deseo de hacerlo. En la noche olvido que ya no estoy encadenada contra una pared fría, se me olvida que he sobrevivido, que mis amigos han sobrevivido. Los golpes y las cicatrices son un martirio con el que tengo que lidiar porque duelen repetidas veces, tanto física como emocionalmente. —tomo una gran respiración, porque he hablado de golpe y me he quedado sin aire— Sin embargo, lo que repudio más es darle a Henry ese poder sobre mí. Me rompió, Hero. Los vacíos emocionales, las secuelas y efectos colaterales que provocó en mí me persiguen a todas horas del día. —una lágrima baja por mi mejilla, viendo su cuello. Realmente, mirando a la nada— Y estoy tan cansada. Tan cansada, Hero.

Me observa durante pocos segundos antes de estrecharme con fuerza. Su pecho sube y baja con irregularidad y no soy capaz de derramar más lágrimas porque me quedé seca. Cierro los ojos, buscando un lugar en el fondo de mi mente donde aplacar el pequeño dolor en mi tronco por estar en esta posición. Ya ni puedo abrazarlo como lo hacía antes, con ganas fervientes y resistencia.

—¿Por qué no me lo dijiste antes? —susurra.

—No lo sé. Miedo. Tal vez cobardía. No lo sé. Me cuesta aceptarlo por mí misma.

Creí que al contarle la verdad, me sentiría más ligera.

No fue así. La carga en mis hombros se hizo más presencial, esperando el momento en que aceptara el problema y me abordara por todas las fauces abiertas. Pero el habérselo contado... por algo se empieza.

Porque quiero mejorar. Realmente lo deseo más que nada en el mundo. Ni siquiera por mi integridad emocional, sino porque estoy harta de sentir cada respiración forzada, estoy harta de tener que luchar para conseguir mi felicidad. Esas cosas deberían ser superfluas y espontáneas, no se deberían percibir como un objetivo lejano e imposible.

Antes de él | HEROPHINE |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora