c i n c u e n t a y n u e v e

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Hablar con la madre de Hero fue todo un alivio. Hablamos sobre cómo nos conocimos, de dónde era, me escuchó atentamente en cada momento y hacía las preguntas adecuadas. De una manera u otra, acabó conociendo a Emma, Charlie y Ashley, a Meg, Thomas y Jordan, a mis padres incluso. Me dijo que era muy valiente y perseverante por cómo había llegado hasta aquí y que se sentía más que feliz de que sea la novia de su hijo.

En ningún momento se volvió incómodo, incluso en un punto excluimos a Hero de la conversación cuando empezó a hablar de su carrera de diseñadora. Me invitó a ir a su taller y más que encantada, le dije que sí.

Las dos mujeres que la venían acompañando se hicieron en una mesa adyacente, aún con la más joven mirándome como si planeara un genocidio masivo. No sé a ciencia cierta cuánto tiempo la pasamos hablando, supongo que fueron largas horas porque en un abrir y cerrar de ojos, todas las personas estaban a nuestro alrededor, en sus mesas correspondientes.

—¿Por qué todo el mundo está aquí? —le pregunto a Hero.

Su madre se ha ido al bar para pedir una botella de vino, por lo que solo quedamos nosotros dos, esperando a Mercy.

Hero se mostró relajado, incluso diría que más que feliz, mientras bromeábamos con su madre. Su mano nunca dejó mi muslo y dibujaba figuras en este, su costumbre de siempre. Hace unos 15 minutos, su mano subió un poco más y tuve que controlar mi respirar para que su madre no notara lo que su hijo provocaba en mí.

Sin embargo... ahora su expresión es sombría. En momentos como este entiendo por qué la gente se siente tan intimidada por él; si no lo conociera, creería que le caigo mal y que quiere alejarse a toda costa de la civilización humana.

—George va a dar un discurso de bienvenida. —no mi padre, sino que George.

—¿Se demorará mucho?

Se encoge de hombros, rígido. —Espero que no.

Un sonido que viene de nuestra espalda capta nuestra atención.

Decir que me sorprende ver a Mercy tambalearse un poco es quedarme corta. Intenta pasar entre las mesas disculpándose y maldiciendo por lo bajo, en su mano una botella de vodka que está casi a la mitad.

Hero se levanta rápidamente para ir a socorrerla y que no caiga donde todo el mundo podría verla. La toma del codo y la conduce con cuidado a nuestra mesa.

—¿Mercy? —digo escandalizada. Nunca había visto a Mercy al borde del delirio, incluso pensé que no era tolerante a las bebidas alcohólicas.

La sonrisa que me dedica no le llega a los ojos y alza la botella hacia mí.

—¡Jo! ¡No sabes lo feliz que me siento de que nos estés acompañando! —se ríe a carcajadas y atrae unas cuantas miradas curiosas— Por fin Hero se compromete y no anda de chica en chica para follárselas. Como por ejemplo... —entrecierra los ojos y evalúa el panorama— No la encuentro... ¡Ah! ¡Ella!

Señala sin disimulo alguno a la hija de la asistente de su madre. Bufo y lo fulmino con la mirada.

Entonces ya sé la razón por la que básicamente parece odiarme con todas sus fuerzas.

—¿La hija de la asistente de tu madre? ¿Es enserio, Hero? —empiezo a negar, recostándome en el respaldar.

Mercy toma un largo trago a su botella y Hero, gruñendo por lo bajo, se la arranca.

—Eran... ¿follamigos? —tartamudea su hermana, como si le suponiera un gran esfuerzo formar oraciones— La chica nu... nuca... ¿unca? ¡Nunca! —se corrige— Me cayó bien, es demasiado falsa.

Antes de él | HEROPHINE |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora