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— Estoy agotada.— Le dije a Harry mientras me recostaba en la cama, recién llegaba de trabajar.— Que felicidad que al fin es viernes.
— Amor, recuerda lo que dijo el doctor...
— Lo sé Harry, lo tengo en cuenta.— Cerré mis ojos.— A parte era mi última semana, ¿recuerdas?
— Descansa.— Acarició mi mejilla para después dejar un beso en mi frente.— Haré algo de cenar, ¿alguna petición?
— No, quédate aquí.— Me acurruque en su pecho.
— Cariño tenemos que alimentarnos.— Quitó mis brazos de su torso.
— Bien, vete ya no te amo.— escuché que soltó un suspiro y se fue.
Cerré mis ojos por unos minutos luego algo invadió mi pecho, ¿y si Harry me dejaba por decirle que ya no lo amaba?, mis ojos se llenaron de lagrimas tan solo pensarlo, me levanté de la cama y salí de la habitación en busca de Harry.
— ¿Harry?— susurré recorriendo el salón con mi mirada.
— ¿Amor?, ¿no ibas a dormir?— preguntó desde la cocina, segundos después escuché sus pasos acercarse.— ¿Cariño por qué lloras?
Se acercó a abrazarme.
— ¿Te duele algo?
— No era cierto, si te amo, no me dejes.— Sollocé abrazándolo, sentí el pecho de Harry vibrar, estaba riéndose.
— Mi amor, yo lo sé, son tus cambios de humor, sé que no lo decías en serio.— Besó mi cabello.— Ahora ve a recostarte.
— Me quedaré en el sofá.— Él asintió y regresó a la cocina.
Estupidas hormonas sensibles.
Me senté en el sofá cruzando mis piernas como un buda, prendí el televisor para ver algunos capítulos repetidos de Friends, reía debido a las cosas que decía Joey. El tiempo pasó cuando Harry apareció de nuevo en el salón con unos platos.
— ¿Qué cocinaste?— Pregunté mientras se acercaba.
— Pasta Alfredo.— Lamí mis labios luego formé una sonrisa en ellos.
— Mi favorita.— Él asintió dejando los platos en la mesa de centro.
— Iré por el té que he preparado, es de Limón, ¿Quieres o te traigo otra cosa?
