Rachel.— Estás en problemas Rachel.— Canturreó mi amiga del otro lado de la línea.— Sabes lo mucho que odian tus padres las mentiras.
— Lo sé, ¿recuerdas aquella vez que le dijimos que íbamos a casa de Katy y en realidad fuimos al lago Late de fiesta?— Reí, recordando aquella vez.
— Oh si, hasta Katy salió castigada.— soltó una carcajada.— Pero retomando el tema, ¿Qué harás?
— No lo sé, supongo que seguiré luego un día llegaré y diré que terminamos, eso sería más convincente.
— O tal vez podrían ser pareja de verdad, acéptalo Rach te gusta.
— Aunque lo aceptara Harry está loco por una chica, ni siquiera me dice su nombre, pero sé que está en la universidad y también que le gusta mucho.— Solté un suspiro mientras me tiraba en la cama.
— Te gusta.— Afirmó.— Tranquila yo se lo que digo Harry gusta de ti.
— Claro Jade.— Susurre sarcásticamente.— Tengo que irme, muero de sueño, eso que pasó allá abajo fue frustrante.
— Bien, te quiero, descansa zorra.— Reí, Jade no podía ser linda sin después insultarme.
Me despedí y colgué. Me levanté de mi cama para ponerme la pijama, porque si me quedaba un minuto más en mi cama la pereza se apoderaría de mi cuerpo.
(...)
Nuevamente me encontraba caminando por los pasillos de la universidad, no había visto a Jade ni a ninguno de los chicos desde que llegué y ya iba por mi tercera clase. Matemáticas la clase mas aburrida y en la que mis calificaciones no eran para nada buenas, lo único bueno que le sacaba a esto es que la compartía con Harry; llegué al aula 78A y entré ya había unos cuantos alumnos, busqué la cabeza rizada de Harry hasta que lo ví en la tercera fila hablando con Denisse, genial, caminé a la segunda fila y me senté en el tercer asiento dos adelante de Harry y su amiga, sigo pensando quien es ella y que hace aquí, que significa eso de regresé por ti Harry te extrañaba bla bla bla.
— ¡Rachel linda!— Saludó Harry detrás de mí, me giré fingiendo una sonrisa.
— Hola.— Ella sonrió e iba hablar pero el profesor llegó, me encogí de hombros y me giré moviendo mi cabello de una forma muy dramática.
Por Dios, ¿Qué me pasa?
— Buenas tardes alumnos, tomen asiento y no hablen.— Ordenó con su voz gruesa y con su semblante serio, en su rostro no había ninguna expresión. El profesor John es un cuarentón casado, canoso, tiene tres hijos y uno en camino, no era feo pero si que era odioso, regañón y muy, muy amargado. Se sentó en el escritorio y sacó de su maletín unas hojas, sonrío maliciosamente...