CAPÍTULO 2. La bata blanca

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     Esa noche la chica pudo recuperar fuerzas, comió y durmió como hacía días que no hacía.

- Muchas gracias Shinichi, no sé qué demonios le habrás dicho, pero lo has conseguido.

- No hay de qué, -contestó el chico- ¿pero se puede saber qué le pasa en la cara profesor?

     El hombre se había quedado totalmente impactado al ver a la chica aparecer por las escaleras, ataviada tan sólo con una bata blanca. Había entrado una pequeña niña de ocho años al laboratorio cuatro días atrás, y ahora aparecía una hermosa joven, delgada y con visibles curvas que se ceñía con el cinturón de la bata, dejando entrever que no llevaba nada debajo. ¿Qué iba a llevar? en esa casa no había ropa interior para una chica de su edad. El profesor estaba descompuesto, no había visto nunca a Shiho con su verdadero cuerpo, y lo que para ella podía ser lo más normal del mundo para el profesor estaba más que claro que era todo un shock. Mantuvo la mirada al suelo la mayor parte del tiempo que ella estuvo en la sala y apenas le salían las palabras. Shiho estaba demasiado agotada como para percatarse del extraño comportamiento del hombre, que la había acogido en su hogar hacía casi un año y medio. En cambio, el detective y su despierta perspicacia disfrutaba de la evidente vergüenza del profesor riendo para sus adentros.

- ¿A qué cara te refieres, Shinichi?, no tengo otra.

- Parece que has visto un fantasma profesor -dijo el niño mientras soltaba una carcajada.

- No sé de qué me hablas... -masculló el hombre desviando la conversación.

- Está bien, no seguiré por ahí... hay algo que me interesa mucho más... ¿por qué le ha dado ahora tan de repente por buscar el antídoto? Normalmente dedicaba su tiempo libre a investigar, pero nunca se ha puesto tan en serio, ¿qué ha pasado para que le haya dado por esto de buenas a primeras?

- Puede que tenga que ver con la misteriosa conversación que tuvo con tus padres la semana pasada.

- ¡¿Qué conversación?! -preguntó sorprendido el detective.

- Tus padres vinieron el fin de semana pasado y pidieron hablar con Ai a solas, no tengo ni idea de lo que le dijeron, pero es lo único diferente que ha pasado estos días...

- Pues está claro que esa conversación fue lo que la ha tenido tan preocupada como para poner en riesgo su salud, y voy a averiguar qué demonios le dijeron.

     Esas últimas palabras salieron de su boca con acidez. Se notaba notablemente cabreado al detective cuando salió corriendo de casa del profesor hacia la casa contigua.

     El chico entró y cerró la puerta tras de sí dando un portazo, advirtiendo a quien estuviera cerca de su mal humor. Su padre, que estaba sentado en el sillón leyendo un periódico americano, dobló una esquina para observar al pequeño con serenidad y curiosidad. En ese momento, su madre llegó sobresaltada por el fuerte ruido.

- ¿Qué maneras son esas de entrar en casa jovencito? -Le regañó Yukiko.

- ¿Qué clase de conversaciones ocultas os lleváis entre manos con Haibara?-increpó el detective notablemente enfurecido.

- ¿A qué conversación te refieres?, yo hablo mucho con mi vecina, tendrás que especificar un poco más... -preguntó Yukiko con ironía.

- A la conversación a solas que tuvisteis el fin de semana pasado, a esa conversación me refiero. -soltó el chico con precisión cortando toda evasión posible.

- ¿No crees que si fue a solas y no te hemos dicho nada al respecto es porque se trató de una conversación personal y privada? -Yusaku no iba a tolerar una falta más de respeto por parte de su hijo, si venía con aires de adolescente cabreado iba a encontrarse con un padre estricto-. ¿Qué te hace pensar que vamos a compartir esa información contigo?

SherryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora