EPÍLOGO: Depresión y celos

21 1 0
                                    

     Los días fueron pasando y el detective se sumió en un profundo halo de tristeza, apenas salía de su habitación y se pasaba gran parte del día en la cama. La ayuda de la Interpol tardaba en llegar y tampoco podía exponerse a salir libremente a la calle por si la organización daba con él. Yukiko estaba muy preocupada, incluso invitó a casa al detective de Osaka para que intentara animar a su amigo. Hattori hizo el largo recorrido en moto, hasta llegar a la casa de los Kudo, en cuanto Yukiko se lo pidió.

- Ey Kudo... soy Hattori, ¿puedo pasar? -preguntó al otro lado de la puerta.

     Shinichi escuchó al joven, pero respondió el silencio.

- Parece que no te escucha, pero sí lo hace... -Le dijo Yukiko al detective-. Shinichi... tu amigo ha hecho un largo viaje para verte... ¿no piensas recibirle?

- Kudo, voy a entrar sí o sí... -anunció el chico antes de abrir la puerta.

     Hattori entró lentamente a la habitación, estaba totalmente a oscuras y el joven se encontraba tirado en la cama de espaldas a la puerta. Apenas se inmutó ante la intromisión del detective de Osaka.

-          Eh

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

- Eh... eh... Kudo, Kudo... -llamaba Hattori a su amigo mientras le zarandeaba del brazo-. ¿No piensas levantarte?, ¿qué mierda te pasa? ¡Estás muerto en vida! ¡Despierta!

- ¿Qué haces aquí? -preguntó Shinichi sin demasiado interés.

- ¿Cómo que qué hago aquí?, ¿tú te has visto? ¡Vengo a sacarte de la cama! Tu madre me ha dicho que estás fatal... y, sinceramente, no me lo creí hasta ahora que te he visto...

- Siento que hayas hecho el viaje para nada... puedes irte Hattori...

- Pero ¿de qué vas? Levanta ahora mismo y vamos a resolver algún caso...

- No me encuentro bien... otro día lo hacemos...

      El tono de voz del joven era de ultratumba, apenas elevaba el volumen y no se le entendía con claridad, porque no se esforzaba ni en abrir del todo los labios para vocalizar correctamente.

- No pienso irme de aquí hasta que no te levantes y te des una ducha... ¿Hace cuánto que no lo haces?, hueles fatal -dijo Hattori abriendo las cortinas y la ventana del cuarto de su amigo, permitiendo que la luz entrara por primera vez en días.

      Shinichi se encogió cubriéndose la cabeza con la almohada, por el daño que le provocaba la luz en sus ojos. Hattori le arrancó la almohada de la cabeza y destapó a chico, que mostraba una cara de enfado considerable.

- Hattori, en serio, déjame en paz... no estoy de humor...-renegó el chico.

- Ya lo veo, ya... pero, me vas a explicar ¿por qué estás así?

SherryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora