CAPÍTULO 18. En familia

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     El resto del día lo pasaron animando a S, comieron, bebieron y jugaron en el patio ajardinado del interior del edificio. Contaban anécdotas y apostaban cuántos balazos habían recibido cada uno.

- Key ama las apuestas, todo lo convierte en un juego... -explicó S a Ceo.

- Venga va, me apuesto tus agujeros de bala más los míos, convertidos en chupitos de tequila, a que adivino cuántas veces te han disparado -dijo Key retando al chico.

- Y si adivinas... ¿qué pierdo yo? -preguntó Ceo siguiéndole el juego a su amigo.

- La inversa, tendrás que bebértelos tú... Aunque realmente eso no es un castigo, en este juego todos ganamos -respondió el informático riendo.

- Con lo bocazas que eres intuyo que te han disparado muchas veces... así que no sé si estoy seguro de que acabar vomitando sea precisamente ganar...

- ¿Estás regateando el precio? Eso está muy feo chaval... bueno ¿qué te parece que el que pierda tiene que chupársela al otro? -sugirió con total impasividad en su rostro demostrando que iba totalmente en serio.

     El chico enrojeció por completo y empezó a toser al borde de ahogarse, provocando la risa generalizada del resto del grupo. Vi acabó en el suelo, entre carcajadas, mientras que S no podía parar de llorar de la risa. Key sonreía calmadamente mientras miraba fijamente a Ceo que intentaba recuperar el aliento. Se empezaba a dar cuenta de que estaba en un ambiente totalmente distinto a su propio mundo. Allí hablaban con total naturalidad de temas como sexo, drogas, apuestas, recibir disparos... aquellas eran cosas para las cuales el detective estaba a años luz de sentir como temas cómodos de tratar.

     Miró al chico que, más allá de la broma, seguía escudriñándole como si realmente esperase una respuesta a su proposición, y luego miró a su amiga que no paraba de reír descontroladamente mientras las lágrimas le empapaban el rostro. No la había visto divertirse tanto desde que la conocía como aquel día. Normalmente siempre se mostraba seria y distante, pero si lo pensaba un poco, ahora que la empezaba a conocer más, era normal, ya que se pasaba el día rodeada de niños y en ese ambiente le era imposible ser cómo ella era de verdad. Le era imposible buscar diversión o hablar con tanta naturalidad, después de todo ella era una mujer adulta y mucho más madura que él que, por el contrario, se había adaptado perfectamente a ese infantil modo de vida. Pese a la distancia abismal que había entre los mundos de ambos jóvenes, apreciaba que ella pudiera sentirse así de feliz, se alegraba de verla reír con tanta naturalidad y se sentía completamente aceptado en aquel ambiente que cada vez le costaba menos asimilar.

- Creo que me quedaré con la primera opción -dijo el detective queriendo seguir con el juego y rechazando de forma sutil al informático.

- Oh... ¡qué pena...! hubiera dado un millón de dólares por verte en esa situación -dijo Key con sarcasmo.

      Al llegar la noche, Shinichi había averiguado más información sobre su amiga en apenas dos días que en casi un año y medio. Seguía teniendo más preguntas que respuestas, pero estaba en el lugar más indicado para contestarlas todas, sabía que sólo debía tener un poco de paciencia.

     A la mañana siguiente, las chicas no aparecieron para desayunar de modo que los chicos les llevaron al laboratorio unos tentempiés a media mañana. Vi estaba muy activa, no paraba de corretear por todo el laboratorio, se encargaba de varias cosas a la vez, pintaba en la pizarra, controlaba unos viales, medía unas muestras, recogía materiales de la otra punta, estaba llena de energía. Por otro lado, S, estaba totalmente derrotada, hacía esfuerzos por mantenerse sentada frente al ordenador mientras miraba datos y los comparaba.

SherryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora