CAPÍTULO 22. Autosatisfacción

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     La chica recogió la ropa que se habían quitado y subió junto con el detective al primer piso. Al llegar a la habitación ella recostó al chico sobre la cama y fue al aseo a por papel higiénico. Regresó junto al joven y le quitó la ropa interior, se recostó a su lado y empezó a acariciarle el pene.

- ¿Se siente bien?

- Sí... -Se limitó a contestar sin creer lo que le estaba pasando.

     Ella siguió tocándole hasta empezar a masturbarle con delicadeza. El chico se estremecía de placer.

- Esto puedes hacerlo tú también... -Le dijo al oído-. Vamos, ahora prueba tú -Le animó colocando la mano del chico sobre la suya.

     Ceo empezó a tocarse, al ritmo en que se movía la mano de ella, provocándose un placer controlado y seguro.

- ¿Recuerdas qué fue lo que hizo que no pudieras más? -preguntó ella con curiosidad.

- Escucharte gemir... me nubla los sentidos, no soy capaz de razonar cuando te escucho.

- Entiendo... ¿quieres que te siga ayudando?

- Sí... me estás enseñando muchas cosas... -dijo avergonzado.

- Tú sólo relájate y no te aguantes las ganas ¿vale?

- Vale...

     Ella empezó a tocarse también ante la atenta mirada del chico. Se rozaba sus partes con la yema de los dedos y comenzó a gemir cerca del joven. Él la miraba fascinado, la cara de ella reflejaba el placer que estaba sintiendo y los sonidos que salían, entre jadeos, de su boca enloquecían al muchacho por momentos.

- Shiho para... no puedo más... quiero ser yo quien te provoque esos gemidos

-dijo el chico sobrexcitado.

- No pares de tocarte, sigue así, un poco más, lo estás haciendo bien...

     La chica siguió gimiendo cerca del oído del chico y aprovechaba la cercanía para lamer y besarle el cuello.

- En serio... para... yo... ah...

     Ceo llegaba al clímax sin poder evitarlo, empapando las sábanas y parte del cuerpo del muchacho, que dejaba de tocarse lentamente para observar lo sucedido con la cara enrojecida. La chica le acercó el papel que tenía preparado y el muchacho se dispuso a limpiarlo todo.

- ¿Esto es siempre tan asqueroso? -preguntó él sorprendido.

- Te acostumbrarás... -dijo ella soltando una risilla divertida.

- ¿Cómo estás tan segura de eso? -preguntó incrédulo el detective.

- Porque es la consecuencia de pasarlo bien así que al final el precio a pagar no es tan caro... -explicó la chica con sencillez.

- He de reconocer que me lo he pasado bien -dijo el chico terminando de tirar todos los papeles a la papelera.

- ¿Ya no tienes ganas de matarme?, ¿ya no me odias? -preguntó ella con burla.

- No... -respondió, mientras se giraba para mirarla.

     El chico agarró a la chica por detrás de la cabeza para mirarla a los ojos.

- ¿Qué significa todo esto?, ¿qué acaba de pasar? -preguntaba Ceo con seriedad.

     Estaba claro que no habían mantenido una relación como la que tuvieron en aquella caja del sótano. Él no había estado dentro de ella, pero sin embargo habían tenido un momento de intimidad muy especial y había sido sin presión ninguna, porque ambos querían y ambos disfrutaban, conscientes, de lo que hacían. El chico no sabía cómo interpretar aquello.

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