CAPÍTULO 26. Adicción

21 1 0
                                    

      A la mañana siguiente, Ceo despertó confuso. Aquel no era el cuarto donde estaba acostumbrado a dormir, la disposición era ligeramente diferente y las paredes estaban decoradas con posters y cuadros. Había pasado la noche con S. La chica estaba de espaldas a él y sus brazos seguían rodeándola. Inmediatamente se ruborizó. Empezaba a procesar todo lo que había ocurrido la noche anterior. Repetía en su cabeza la última conversación que tuvieron los dos, y miraba a la chica maravillado por su fragilidad y su belleza. Si le hubieran dicho semanas atrás que acabarían de esta manera no se lo habría creído. Se libró del peso de ella para girarse hacia el lado contrario y disponerse a salir de la cama. Cuando se dio la vuelta se encontró de frente con unos verdes y profundos ojos que se le clavaban.

- ¿Cuánto tiempo llevas ahí? -preguntó sorprendido en un susurro.

- Es mi cuarto... llevo aquí bastante tiempo -respondió Key sonriente mientras fumaba de una pipa electrónica.

- Lo siento... nos quedamos dormidos... -Quiso excusarse el detective.

- No importa, sois una auténtica monada mientras dormís -dijo burlándose, al mismo tiempo que le mostraba al chico su móvil con una foto de ellos dos abrazados mientras dormían.

- Key... -gruñó malhumorado entre susurros para no despertar a S.

- ¿Sigue K.O.?

- Sí... eso parece...

- Buen trabajo... parece que la dejaste bien satisfecha -aduló a su alumno-. Venga, vente a desayunar algo, dejémosla dormir un poco más -dijo ofreciéndole la mano para que saliera de la cama.

     Una vez en la cocina, el informático le sirvió a su amigo una taza de café y unas tortitas recién hechas.

- Realmente eres muy bueno en la cocina... -comentó Ceo halagando al joven.

- Mis manos son prodigiosas, lo mismo te hackeo la red del pentágono, que te hago un solo al más puro estilo Jimmy Hendrix, te masturbo haciendo que llegues a correrte en treinta segundos o te preparo un risotto de setas marinadas con salsa de manzana -dijo orgulloso el informático moviendo sus dedos y sonriendo sin una pizca de modestia.

- ¿Hay algo que se te de mal? -preguntó el detective entre intrigado y sarcástico.

- Claro, muchas cosas... por ejemplo no sé controlar la lengua y mi bocaza me ha jugado malas pasadas en más de una ocasión... -Se lamentó el chico encogiéndose de hombros.

- Quién lo diría... -siguió bromeando el detective.

- Bueno, dejemos de hablar de mí... cuéntame ¿hay algo que quieras que repasemos de la lección de ayer?

- Todo fue de maravilla -dijo el chico sin creérselo aún.

- Vaya, vaya... entonces... ya la has cagado -soltó el informático descolocando a su alumno.

- ¿Ya la he cagado?, ¿qué he hecho mal? -Quiso saber el chico.

- Disfrutar de S ya es una cagada en sí misma...

- No lo entiendo, ¿cómo puede ser eso algo malo? -Seguía sin entender Ceo.

- Ya te lo dije al poco de conocernos... S es como una droga, si la pruebas ya no te la puedes quitar de la cabeza, tu cuerpo se vuelve adicto de inmediato y sólo te pide más y más -terminó de explicar Key-. Y ahora que ya sabes lo que es capaz de ofrecerte no vas a pasar un solo segundo de tu vida sin que una vocecilla te recuerde que tienes que ir a por más. Es como una maldición -dijo derrotado.

SherryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora