CAPÍTULO 7. La caja

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    Un horrible dolor de cabeza despertó al chico de su letargo, tenía la boca seca y seguía sin ver del todo, su cuerpo seguía adormecido y tenía entumecidos todos y cada uno de sus músculos. Intentó estirarse sin éxito. Estaba atrapado de manera que no podía modificar la postura en la que estaba y era bastante incómoda. Se encontraba sentado sobre sus talones con las manos atadas a la espalda y con unas paredes que le rodeaban por ambos costados y por detrás. Delante de él tenía una especie de peso muerto que no llegaba a identificar del todo, pero que le aprisionaba el pecho y la parte superior de los muslos.

    Poco a poco iba recobrando los sentidos, sus ojos iban adaptándose con dificultad a la oscuridad. Sus manos, aunque estaban atadas, notaban el tacto de madera de la pared que lo encerraba. Estoy metido en una caja, pensó el detective. Intentaba recordar cómo había llegado allí, pero era imposible, lo último que recordaba era la carretera, la moto, la luz, un beso... las imágenes llegaban desordenadas a su cabeza. Haibara... pensó, y le vino a la mente un grito de dolor, ¿seguiría viva? Todo lo que podía hacer en aquella situación era pensar, y no le venía ningún pensamiento útil a la cabeza, sólo confusión, miedo y preocupación. Intentó moverse de nuevo, descubrir algo más del lugar donde se encontraba. Sus pupilas se iban adaptando a la oscuridad y cada vez podía distinguir más cosas. La sensibilidad de su cuerpo también iba recuperándose por momentos. Se encontraba completamente desnudo, pero, aun así, tenía calor, la caja no debía ser mucho más grande que su propio cuerpo y, además, lo que fuera que tuviera encima le agobiaba bastante y estaba bastante caliente.

     Conforme su piel recuperaba sensibilidad empezó a notar que algo no iba del todo bien. Su miembro, que tantas emociones había sentido aquella noche, empezaba a tener vida propia. Sentía como aquello que lo aprisionaba le proporcionaba una calidez y una humedad, que además de provocarle cierto placer, lo hacían crecer de manera incontrolable. Sin embargo, aquello no le preocupaba demasiado en ese momento porque su cabeza seguía pensando en la mejor manera de salir de allí. Entonces, sucedió lo peor que podría haber imaginado, aquel peso muerto que se apoyaba en su pecho empezó a moverse, era una persona, empezaba a notar y a ver el cabello de alguien apoyado en su pecho, aquellos leves movimientos le sacaron a la fuerza de sus pensamientos de huida y empezó a preocuparse por lo que estaba pasando entre sus piernas.

     La persona que tenía encima era una mujer, podía notar su aroma y sentir unos abultados pechos, blandos y suaves, aplastados contra su torso.

    Podía imaginar ahora la posición en que se encontraba ella, sentada encima de él, con las piernas abiertas y dobladas encajadas a la perfección entre las paredes de la caja. Por lo tanto, aquella calidez y humedad que sentía no podía proceder de otro lugar que no fuera la propia anatomía sexual de la mujer.

     El chico empezó a ponerse nervioso, el sudor empezaba a aparecer por su sien, tragó con esfuerzo y respiró hondo. Aquello que le estaba pasando sin duda tenía que ser una pesadilla, no podía ser real. Quizá estaba en coma tras el disparo que había recibido aquella misma noche, quizá directamente estaba muerto y se encontraba en una especie de infierno.

    Empezó a pensar con sangre fría y a recordar escenas de crímenes y en cosas banales y tristes para calmar la excitación de su cuerpo. Definitivamente el poder de la mente era fantástico. Estaba consiguiendo aliviar la presión ahí abajo, hasta que la cadera de la chica empezó a moverse en un intento por estirar la postura en la que se encontraba. Aquel inesperado roce volvió a encender al chico. Ya había conseguido calmarse una vez, lo conseguiré de nuevo, pensó, y volvió a traer a su mente todas las escenas perturbadoras que podía recordar. Entonces, la chica se volvió a mover en sueños, esta vez movió la cabeza y se separó unos centímetros del detective, así, el chico pudo reconocer la silueta de la joven en la oscuridad.

SherryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora