CAPÍTULO 31. Que no acabe

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      Al caer la noche, Shiho subió a su cuarto para ponerse cómoda después del duro día de trabajo. Cuando abrió la puerta se encontró a Ceo toqueteando su teléfono, sentado en su cama. El chico dejó el móvil sobre la mesilla y miró a la joven con una sonrisa.

- ¿Me esperabas? -preguntó ella.

- Te echaba de menos y quería estar en un lugar que me recordase a ti.

      La chica volvió a notar como se desarmaba ante las palabras del joven. Se quedó de pie, mirándole fijamente, hasta que él dio unas palmadas a la cama para invitarla a sentarse a su lado.

- ¿Me vas a contar lo que te ha pasado esta tarde? -preguntó S mientras se acercaba para sentarse junto al detective.

- No te preocupes, no es nada... Vi me ha ayudado mucho... Ella es... es increíble.

- Sí que lo es -reiteró la chica sonriendo-. ¿Entonces no me vas a contar lo que te ha dicho?

- Me ha dicho que deje de ser un idiota y que te disfrute... y justo eso es lo que voy a hacer.

      El joven se abalanzó sobre S para besarla con pasión. La chica se dejó llevar abandonándose al deseo. Ceo empezó a desnudarla lentamente. Cuando terminó de quitarle hasta la ropa interior se tumbó en la cama y destapó la sábana para que la chica se metiera debajo. Ella se deslizó entre las sábanas para acabar al lado del detective.

-          ¿Tú no te vas a quitar la ropa? -Le preguntó ella con curiosidad

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- ¿Tú no te vas a quitar la ropa? -Le preguntó ella con curiosidad.

- No... hoy quiero hacer algo diferente -contestó con tono misterioso.

- Algo diferente... -repitió la chica intrigada-. ¿Qué tienes en mente?

- Es algo que pasó anoche que me dio que pensar... y si no me equivoco vas a disfrutar mucho... -dijo el chico intentando calmar a la joven sin darle demasiadas pistas-. Ahora... abre las piernas.

- Nunca pensé que te escucharía diciendo esa frase -dijo ella entre una risa traviesa.

      El detective sonrió y empezó a rozar suavemente con sus dedos la zona íntima de la chica, que se movía nerviosa sintiendo aquella sensación tan placentera. Conforme la intensidad iba aumentando, la chica iba haciendo más y más esfuerzos por silenciar los sonidos de placer que se escapaban juguetones de entre sus labios.

- S... hoy no quiero que te intentes acallar tus gemidos -Le dijo el chico con decisión.

- ¿Estás seguro?

- Sí, completamente, hoy quiero escuchar todos los sonidos que te provoque.

- Está bien...

      Ceo siguió masturbándola con delicadeza, rozando su clítoris, rodeándolo y resbalando sus dedos por la humedad de la chica. Los gemidos no tardaron en aparecer. La chica se estremecía y, con cada nueva caricia, se acentuaban los gritos de ella anunciando la llegada al clímax.

SherryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora