CAPÍTULO 6. La furgoneta blanca y el laboratorio

47 6 0
                                    

      El joven se quedó sentado unos minutos más, mirando hacia donde la chica se había ido, evaluando todo lo que había ocurrido, aún con las manos tapando el bulto que empezaba a disminuir bajo los pantalones. De repente un fuerte chirrido de un vehículo frenando y un grito femenino le sacaron de su letargo, se incorporó de un salto y corrió en dirección hacia donde había desaparecido su amiga, ya que el ruido provenía del mismo lugar.

     Cuando llegó a la escena encontró una furgoneta blanca, con la parte de atrás abierta, y un hombre vestido de negro, con la cara totalmente cubierta por un pasamontañas, que forcejeaba intentando meter a Shiho en el interior de la furgoneta. Ella se resistía con fuerza, pero él era bastante más alto y fuerte que ella y la tenía prácticamente reducida.

     El detective corrió todo lo que pudo para ayudar a su amiga. Cuando llegó hasta ellos, el hombre ya había lanzado a la chica dentro de la furgoneta y al percatarse de la presencia del joven, el asaltante sacó un arma y le apuntó con ella.

     ¡Maldición!, pensó el detective, no tengo ni mis zapatos, ni mi reloj, se quedaron en el coche de Amuro... Shinichi levantó las manos y el hombre le condujo, amenazado, hasta el interior de la furgoneta. Cuando los tres estuvieron dentro, el encapuchado cerró la puerta, ató y amordazó a los dos jóvenes con unas cuerdas y pasó al asiento del conductor para alejarse de allí con rapidez.

     La chica miraba al detective con pánico en sus ojos. El joven intentó calmarse y pensar en las posibles salidas que tenían, buscando por todo el interior de la furgoneta algo que les sirviera para escapar, sin demasiado éxito.

     En aquel instante, la chica empezó a experimentar un fuerte dolor en el pecho, cerró los ojos con fuerza, empezó a temblar y a cada nueva punzada de dolor su cuerpo se sacudía con un fuerte espasmo que la obligaba a apretar los dientes con fuerza. Miró al chico con angustia. El joven se percató de que algo malo le pasaba a su amiga.

     Haibara ¡¡¿¿qué te ocurre??!! preguntaba desesperado para sus adentros puesto que la mordaza no le dejaba hablar.

     El joven detective empezó a reconocer en la chica los dolores que estaba padeciendo. ¿Acaso se estaba transformando? pensó. No podía ser otra cosa, estaba claro que la chica había agotado el tiempo máximo del antídoto y su cuerpo estaba volviendo a su forma infantil. Lo había experimentado tantas veces en su cuerpo que podía identificar con bastante precisión la tortura que eso suponía.

     Lo siento Haibara, sé lo doloroso que es, pero pronto volverás a empequeñecer y, aunque no es la mejor situación para hacerlo, las cuerdas que atan tu cuerpo se desprenderán y podremos salir de aquí, pensó el detective buscando el lado positivo.

     Parecía que la chica aguantaba bastante bien el dolor porque apenas se intuían gritos debajo de la mordaza. Cuando su cuerpo empezó a cambiar sí que se pudo escuchar un quejido ahogado y entonces, ante la mirada atónita del detective, el cuerpo de la chica menguó. Shinichi nunca había presenciado tal escena. Pese haberla vivido en sus propias carnes, era muy asombroso verlo desde fuera.

     La ahora niña reaccionó con rapidez cuando pudo recobrar el aliento y deshacerse de todo aquello que la retenía, desatando al detective aún adulto.

- ¿Estás bien? -preguntó Shinichi cuando se quitó la mordaza de la boca.

- Salgamos de aquí -dijo Haibara obviando al detective y buscando una manera segura de saltar de la furgoneta.

     El detective enganchó una cuerda a uno de los salientes de la furgoneta y ató el otro extremo a su cintura, cogió a la niña entre sus brazos y abrió de una patada la puerta de la furgoneta. Ambos, agarrados a la cuerda que les impidió salir volando detrás de la puerta, fueron descendiendo poco a poco para hacer el golpe contra la carretera menos peligroso. El chico agarró con fuerza a la niña protegiéndola entre sus brazos y su propio cuerpo y se dispuso a saltar. Cuando estuvo a un metro del suelo soltó la cuerda que los sujetaba y salieron rodando por la carretera viendo cómo se alejaba la furgoneta sin ellos dentro.

SherryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora