CAPÍTULO 4. Entrenamiento

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      El siguiente vídeo transcurría en una sala de tiro. Se podía ver a Shiho con una apariencia mucho más parecida a Haibara que en los vídeos anteriores. Su expresión de concentración era idéntica a la que tenía Shiho casi todo el tiempo, con su cuerpo encogido. Además, ahora que vestía de negro su pequeño cuerpo parecía más maduro. A esto había que sumarle los años que habían transcurrido entre el anterior vídeo y este otro. El profesor y el detective observaban a la chica con nostalgia. Era tan parecida a la pequeña que ellos conocieron una vez, que no pudieron retener una sonrisa amarga al notar que ya no estaba con ellos.

     La pequeña estaba subida a una caja porque no llegaba al hueco dispuesto para disparar. Gin estaba a sus espaldas observando y evaluando a la niña, dándole consejos de vez en cuando. El chico había ganado altura en esos dos años, tenía el pelo un poco más largo y la expresión más seria. Shiho disparaba con poco acierto sobre las dianas que aparecían delante suya. Tras el último disparo fallido Gin se echó una mano a la cara con desesperación.

- Creo que esto no es lo tuyo... -Le dijo resignado-. Venga, un par de tiros más y nos vamos, ya seguiremos practicando otro día...

     La niña notó la decepción en las palabras del joven, bajó el arma con cansancio, cerró los ojos y suspiró. Abrió los ojos, nuevamente, levantando la mirada con decisión y agarró con firmeza la pistola para dar dos disparos más, que atravesaron los círculos más internos de la diana.

- ¡Vaya...! -exclamó Gin con sorpresa-. ¿Te ha molestado lo que te he dicho? -preguntó con una sonrisa burlona.

- Sabes que sí -contestó Shiho con condescendencia mirándole fijamente.

- Pues voy a tener que molestarte más a menudo -dijo el chico sonriendo satisfecho mientras la agarraba por la cintura para bajarla del pedestal en el que estaba subida.

     El vídeo se detuvo aquí, éste había sido el más corto hasta el momento y detective se apresuró a poner el siguiente, con ganas de conocer más a su amiga. Las siguientes imágenes mostraban un dojo. Gin y Shiho estaban ataviados con la característica ropa de artes marciales, pero de color negro. En la sala había otros grupos de personas entrenando. Gin provocaba a la chica para que le pegara y ésta asestaba puñetazos que el joven esquivaba o paraba con maestría. Ambos tenían la misma apariencia que en el vídeo anterior, por lo que no parecía haber pasado demasiado tiempo entre ambas escenas.

- ¿Eso es todo lo fuerte que puedes golpear? -preguntaba Gin burlándose de ella.

- Sabes que sólo tengo siete años ¿verdad? -preguntó ella mientras daba otro golpe fallido.

- La edad es una ilusión. No sirve de nada ponerse limitaciones por los años que tengas.

- Pero la fuerza se gana con el tiempo... -refunfuñó la niña que paraba para tomar un respiro.

- Pues tendremos que dedicar más tiempo a fortalecer esos músculos de pacotilla que tienes... -dijo el adolescente con prepotencia, mientras recibía, sin esperarlo, un nuevo puñetazo cargado de ira que pudo parar con su antebrazo a tiempo-. Vamos, ¡al suelo!, flexiones y luego a escalar la cuerda...

     La niña obedeció y se sometió al duro entrenamiento que su cuidador le imponía, sin apenas rechistar. El profesor y el detective se quedaron boquiabiertos al conocer las condiciones a las que había estado sometida Shiho, a tan tierna edad.

- ¿Cómo pudo aguantar tanta presión...? -Se preguntó el profesor apenado.

     Shinichi se disponía a abrir el siguiente archivo, cada vez más preocupado de lo que podía ver a continuación.

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