CAPÍTULO 14. La fiesta

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     Shiho volvió a la habitación contigua, con toda la rabia en su interior deseando soltársela al primero con el que se cruzara. La siguiente imagen se había grabado desde la otra habitación. La chica se adentraba entre la multitud quejándose y reclamando ver al responsable de tanto alboroto, para acabar con el ruido que tanto la molestaba. El cuarto era un poco más grande que el suyo, puesto que era de dos plazas, las fiestas solían organizarse en ese tipo de habitaciones por tener más espacio que las individuales, pero, a pesar de todo, seguían siendo dormitorios y no eran muy espaciosos. En aquel lugar se reunieron unas treinta o cuarenta personas, y apenas se podía dar un paso sin tener que apartar una marabunta de cuerpos de jóvenes borrachos que saltaban, cantaban y hablaban a gritos. En un esfuerzo por llegar al otro lado de la estancia, Shiho chocó de frente contra el torso de un chico bastante más alto que ella.

- Perdona, no te he visto -Se disculpó el joven con una sonrisa.

- No importa -dijo ella malhumorada-. ¿Sabes dónde puedo encontrar al genio que se le ha ocurrido montar una fiesta un martes?

- ¿Fredy? creo que ha ido a por hielo. Pareces enfadada, ¿por qué quieres verle?

- ¡Porque necesito estudiar y me es imposible con tanto ruido!

- Vaya... ¿dónde estudias?

- Justo en la habitación de al lado -dijo la chica señalando en dirección a la pared que separaba ambos cuartos.

- Menuda putada -advirtió el desconocido-. Pero ya te advierto que esto va para largo... Está celebrando su cumpleaños y no creo que quiera parar la fiesta por tu futuro académico...

- ¡Joder! -exclamó Shiho con frustración.

     La chica dio media vuelta para desaparecer de aquel lugar abortando su misión. Entonces el joven la agarró por el brazo y la retuvo entre la multitud.

-          ¡Quédate! -gritó el joven con una sonrisa para que se oyera su propuesta entre tanto ruido

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- ¡Quédate! -gritó el joven con una sonrisa para que se oyera su propuesta entre tanto ruido.

- ¡No! ¡Tengo que estudiar! -Se excusó la chica que aprovechó para deshacerse de la mano del joven y seguir su trayectoria hasta la puerta.

     Una vez estuvo fuera, posó su espalda contra la pared del pasillo que unía ambas habitaciones, con aire derrotista. El alto chico con el que se había chocado salió del cuarto para encontrarse con ella en un lugar donde pudieran hablar sin gritar, y se apoyó a su lado mientras sacaba un cigarro mal liado de uno de sus bolsillos.

     Al detective le sonaba aquella figura. La altura, la forma de andar y de posarse en la pared... El chico tenía el pelo largo con algunas rastas que le caían por la espalda, el color del pelo era de un rojo intenso y las rastas eran de color negro. Llevaba una frondosa barba negra que le cubría casi toda la cara, y que se había atado en pequeños mechones. No se le veían los ojos puesto que estaban ocultos tras unas gafas de sol oscuras. Sin embargo, el estilismo era idéntico al que lucía Key, un aire punk-rock que se apreciaba en la camiseta desgastada de alguna banda y unos pantalones a cuadros rojos y negros, con rotos en las rodillas, y cadenas atadas a los bolsillos. También llevaba los típicos aros en las orejas y en el labio. Sin embargo, aquel joven no tenía tatuajes en los brazos. Su edad debía ser la que tenía el detective en ese momento.

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