CAPÍTULO 12. Un viaje y un pacto

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      No habían pasado ni cuatro horas desde que el joven se quedó dormido hasta que una horrible pesadilla le despertó bruscamente. Shinichi dio un grito, mientras se incorporaba sobresaltado entre jadeos y sudores fríos. La imagen que le había despertado era la de Shiho siendo brutalmente asesinada entre torturas y violaciones, mientras él estaba atado viendo toda la escena sin poder hacer absolutamente nada. El corazón no podía latirle más rápido. Se tranquilizó un poco al descubrir que sólo se trataba de una pesadilla, sin embargo, ya no iba a poder dormir otra vez. Se levantó con la sensación de que, quizá, aquellos vídeos le ayudarían a evitar que la chica acabase como el final de su sueño. Shinichi volvió a comprobar su móvil, no había llamadas de la chica, la llamó con la esperanza de que todas sus preocupaciones se desvanecieran, pero, nuevamente no hubo respuesta. El joven salió de su habitación para despejarse un poco, se echó agua en la cara y se llevó una jarra de agua y un vaso de vuelta a su cuarto. Una vez allí encendió de nuevo el portátil y prosiguió con el vídeo número veintiuno.

     En la pantalla aparecía Shiho, en la misma postura en la que se había quedado en el vídeo anterior. La habitación estaba bastante desordenada, había vómito en el suelo y el aspecto de ella era bastante lamentable, parecía que llevaba varios días allí encerrada. Entonces Gin apareció por la habitación, irrumpiendo tras dar unos golpes en la puerta a modo de aviso.

      Shinichi sintió como sus entrañas volvían a revolverse, detuvo un momento el vídeo para buscar la botella de Sherry que tenía en su habitación. Abrió la botella y empezó a beber directamente de ella, con la esperanza de que aquello le calmase un poco el malestar que estaba sintiendo al ver a aquel miserable en la misma habitación que Shiho.

- ¡Este lugar está hecho un asco! -exclamó el asesino al ver el estado de la habitación-. ¿No me digas que llevas cinco días aquí tirada sin hacer nada? -Le reprendió a la chica-. Vamos, levanta y limpia este caos.

     Shiho estaba despierta, tumbada de espaldas a él. Quiso hacerse la dormida, no tenía intención de tener una conversación con aquel ser, no quería ni siquiera volver a mirarle. El hombre caminó en dirección a la cama observando su entorno, imaginándose a la chica fuera de sí destrozándolo todo. En uno de los vistazos que dio se topó con la hoja de la cuchilla en el suelo, y entonces se apresuró a agarrar a la joven del hombro para girarla y comprobar que seguía viva. La chica se acurrucó en un espasmo, temblando y con los ojos cerrados. Gin le agarró los brazos, y pudo ver cómo en la palma de una de sus manos había sangre ya coagulada. Una herida superficial, pensó el asesino aliviado.

- ¿Es que no piensas levantarte, ni comer, ni beber nada? ¿Vas a quedarte aquí a morir de inanición? -preguntó el hombre enfadado.

     La chica no respondía, se limitó a girarse de nuevo para no tener que ver a Gin.

- ¡Shiho, espabila! No puedes seguir así... te he dado unos días por cortesía... pero ya está bien...

     Por cortesía... se repitieron Shiho y Shinichi, con amargura y odio en sus mentes tras escuchar aquellas palabras.

- Tienes que levantarte y recoger todo esto, además ya has faltado demasiado a clase, y mañana te vas a Japón a la graduación de Akemi, tienes mucho que hacer, no puedes quedarte en la cama indefinidamente.

     La graduación de Akemi era lo único por lo que Shiho no había acabado con su vida días atrás. Se giró un poco para ver cómo el hombre le dejaba sobre la mesilla unas pastillas y le servía un vaso con agua, también había dejado un billete de avión. La chica se atrevió a mirarle por primera vez desde que aquel hombre había decidido arrancarle su virginidad, su orgullo y sus ganas de vivir.

SherryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora