CAPÍTULO 2. Adopción involuntaria

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    El vídeo número cuatro mostraba una habitación por la cual parecía haber pasado un terremoto, un huracán y una máquina demoledora arrasando con todo lo que había. Vermut estaba sentada con la cabeza apoyada en una mesa, completamente derrotada. Akemi estaba sentada, sonriente, encima de la mesa, balanceando los pies que le colgaban. La pequeña aparentaba algo más de los nueve años que en realidad tenía. Era bastante alta y su rostro, pese a tener una sonrisa, parecía estar preocupado constantemente. Abajo, en el destrozado piso, se encontraba una pequeña Shiho de cinco años, que tenía la cara y las manos manchadas y la ropa hecha jirones, le faltaba un zapato y tenía la pelirroja melena revuelta en rizos despeinados e indomables.

- ¡Nee-chan! ¡Te dije que el suelo era lava! ¡¡Te estás quemando!! -gritó Akemi desde lo alto de la mesa.

- No me estoy quemando y el suelo no es rojo... -señaló la pequeña de manera evidente.

- ¡Shi-chan...! ¡No sabes jugar! -Se quejó Akemi-. Eres muy pequeña para jugar conmigo... -refunfuñó la niña.

      Vermut levantó la mirada para comprobar que el estado de la habitación no era una pesadilla si no una realidad. Apoyó la frente sobre el tablero decepcionada.

- No es una niña pequeña... es un demonio... -dijo la mujer sin levantar la cabeza de la mesa-. ¡¡Sólo un demonio puede convertir en cuestión de segundos una bonita sala de estar en un campo de batalla!! -gritó enfadada la mujer mirando a la pequeña causante del destrozo.

    Aquel grito de frustración provocó una carcajada en Akemi.

- Siempre ha tenido mucho carácter... no sé de qué te sorprendes -dijo la hermana mayor entre risas.

-          Me sorprende que una enana de cinco años tenga la fuerza y la energía como para destrozar esto en apenas dos minutos

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- Me sorprende que una enana de cinco años tenga la fuerza y la energía como para destrozar esto en apenas dos minutos... -dijo la mujer, que aún no salía de su asombro-. Y todo porque le dije que no podíamos tener un perro en casa...

-Se lamentó la mujer-. Debí haberle mentido...

- Te habría descubierto Vermut... Shi es muy lista -dijo la niña sonriendo orgullosa de su hermana.

- Shiho, tienes que recoger todo esto, mira cómo está todo por tu culpa -Le dijo la mujer a la pequeña niña.

- No -respondió rotundamente.

- Shiho... vas a acabar con mi paciencia... ¡¡Recoge!!

- No.

     Vermut se levantó para amenazar a la pequeña y recibió varios objetos volando hacia su cabeza que eran arrojados por la pequeña. Por suerte para la mujer no tenía demasiada puntería porque habría recibido un peligroso impacto con algunos de los proyectiles improvisados de la niña.

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