CAPÍTULO 12. Venganza

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     Gracias a los monitores, el detective pudo seguir los movimientos de su nuevo amigo dirigiéndose hacia el jardín interior de la casa, donde se encontraba la científica llorando y golpeando el muro de piedra con ira. El joven se paró en seco, antes de entrar, para dejarle espacio a su amiga y se fabricó un cigarro con algunas hierbas que había sacado de uno de sus bolsillos. Entró cuando acabó de hacerlo, mientras lo encendía.

- Te vas a hacer daño -advirtió el chico en inglés mientras daba su primera calada.

- Déjame sufrir, a veces creo que me lo merezco -dijo ella limpiándose las lágrimas de la cara, a la vez que se manchaba el rostro con la sangre que le brotaba de su mano.

- Toma, fuma, creo que lo necesitas más que yo -dijo el chico mientras le ofrecía el cigarro y le examinaba con cuidado la herida de la mano-. Sólo es un rasguño, pero para de golpear cosas o estropearás tus preciosas manos...

- ¿Qué te ha dicho el japonés? -preguntó la científica-, ¿quién le dio la pastilla?

- No me lo ha dicho, dice que no lo sabe, pero creo que intenta proteger a S... -mintió el chico.

- Tendríamos que haberle dejado en aquella carretera... -dijo ella, molesta.

- Sabes que habría ido tras nosotros.

- Pues tendríamos que haberle matado -sentenció Vi.

- Yo no voy a hacer tal cosa -Se negó el chico.

- ¡Nos ha cambiado por ese crio! -exclamó cargada de odio-. Quiero matarle, que ella lo vea, que sufra lo que sufrí yo.

- Ella está viva... pese a todo lo que pasamos, está aquí, con nosotros, si lo matas S no te lo perdonará jamás y lo sabes... Entonces la perderás para siempre...

     La chica respiraba con dificultad mientras sollozaba y daba vueltas por el jardín.

- Te está dando un ataque de ansiedad, para, respira, fuma... -le recomendó el chico-. Vamos, eres inteligente y segura de ti y además tenemos un plan, no dejes que esto te supere.

- Es que... no puedo más... estoy agotada, estoy triste, furiosa, quiero hacerle más daño, pero me siento mal por ello, no lo soporto más.

     Vi se dejó caer en uno de los sillones que había en el jardín, dio otra calada y le devolvió el cigarro al informático.

- Estoy harta de no saber si es esto lo que quiero, no sé cuándo estaré totalmente satisfecha... Cuando hablé con ella lo único que me repetía era que lo sentía mucho, Pero yo no nací ayer, sé que no lo siente, la conozco, sé cuándo miente, sé que se justifica y que no se arrepiente de lo que nos hizo.

- Yo también quiero vengarme... -dijo Key- ¿No era ese el plan? que sintiera el dolor que sentimos nosotros para estar empatados, perdonarnos mutuamente y empezar de cero.

- Sí... pero por mi parte no he conseguido que lo entienda. Ella sabe que si quiere mi perdón tiene que aguantar esos dolores y lo está haciendo bien, pero no se arrepiente y así yo no puedo estar satisfecha ni perdonarla del todo.

- Hablaré con ella... veré que puedo hacer, no te rindas, sé que es duro, pero en algún momento dejarás de guardarle rencor, te lo prometo.

- ¿Cómo puedes prometerme eso? -recriminó la científica.

- Porque os queréis demasiado... -concluyó el chico con seguridad.

SherryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora