CAPÍTULO 29. Castigados

17 2 0
                                    

     Ceo recuperó la conciencia despertando de un mal sueño. Levantó la cabeza de sus rodillas y observó que estaba solo en la cocina. Sólo ha sido una pesadilla, se dijo aliviado. Se levantó y fue al aseo para refrescarse un poco. La imagen que le devolvió el espejo era la de un chico con el pelo revuelvo y los ojos hinchados y rojos. La cabeza le dolía y sentía una sed como nunca antes. Aprovechó para llevarse a la boca las manos llenas de agua del lavabo. Se dio un paseo buscando al resto de habitantes de la casa, que habían desaparecido sin dejar rastro. Miró el reloj de su móvil y se percató de lo tarde que era, recordaba haberse despertado aquella mañana, haber ido a la cocina y de repente eran las ocho de la tarde. ¿A dónde había ido el tiempo?, ¿a dónde habían ido sus amigos? se preguntaba desconcertado. Cuando llegó al primer piso empezó a escuchar unos gritos masculinos y unas risas femeninas que provenían de la habitación de Vi. Se detuvo frente a la puerta con la mano temblorosa. Su muñeca tenía la pulsera que le permitía abrir todas las puertas del edificio, pero no estaba seguro de querer saber lo que estaba ocurriendo allí dentro. Dio unos golpes para no entrar sin preaviso y esperó a que le dieran paso.

- ¿Va todo bien?, ¿puedo pasar? -preguntó el detective al no obtener respuesta de dentro.

- Go on -Se escuchó tras la puerta.

     El joven pasó la muñeca por la pantalla y la puerta se abrió. Entró despacio y con precaución para encontrarse a Key desnudo y atado a la cama de pies y manos y a las chicas en ropa interior.

- Si interrumpo algo mejor me voy... -dijo dando un par de pasos hacia atrás con la voz temblorosa.

- ¿Interrumpir? si te estábamos esperando... -Le dijo Vi traviesa.

- ¡Huye! ¡Ceo, huye ahora que puedes! ¡Están locas! -Le advirtió Key desde la cama.

- Tú cállate que bastante has hecho ya... -Le dijo S metiéndole un calcetín enrollado en la boca al informático.

- Creo que definitivamente aquí sobro ... así que mañana nos vemos -dijo el detective dándose la vuelta para marcharse sin éxito.

     S había corrido para retenerle y bloquearle el paso.

- ¿A dónde te crees que vas?

- Intuyo que mientras estábamos drogados hicimos algo indebido y pido disculpas -Se arrepintió el chico mientras hacía una reverencia.

- Hay cosas que no se solucionan con una simple disculpa... -dijo Vi confundiendo aún más al chico que no era capaz de entender qué habría podido hacer que no pudiera arreglarse con un "lo siento".

- Vamos, desnúdate y siéntate que luego vas tú... -Le dijo S muy seriamente mientras chasqueaba un cinturón.

     El joven obedeció con el corazón latiéndole con fuerza por el miedo y la excitación. Acto seguido, S le dio a Ceo un frasco con un líquido dentro.

- Bébetelo.

- ¿Qué es? -preguntó el chico desconfiado, ya que después de salir del efecto de una droga no quería meterse en otra.

- No te importa -respondió con frialdad la chica.

- No quiero volver a drogarme... por hoy creo que ha sido más que suficiente.

- No es droga. Bebe.

     El joven sintió el peligro en los ojos de aquella mujer que le daba órdenes. El tono de su voz y su mirada le decían que lo mejor era no discutir con ella. Se bebió el amargo contenido del frasco de un trago. El detective giró la mirada hacia donde estaba su amigo. Vi estaba vertiendo cera caliente, sobre el cuerpo desnudo del informático, para pasarle, poco después, un hielo por zonas diferentes. El chico se retorcía con cada sensación térmica. Habría gritado en alguna ocasión cuando el calor rozaba algunas partes más sensibles de su anatomía, pero el calcetín que llevaba en la boca se lo impedía. Cuando quiso darse cuenta Ceo tenía a S sentada encima suyo. La chica aprovechó la distracción para sentar al joven y atarlo a la silla.

SherryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora