CAPÍTULO 5. Prueba de lealtad

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     Shinichi encontró a Shiho sentada a la bajada de una rambla, la noche era clara y la luz de la luna bañaba los reflejos del agua a los pies de la chica, que miraba al vacío como si buscara algún tipo de respuesta.

- Por fin te encuentro... -dijo el chico aliviado-. ¿Me puedo sentar?

     La chica se giró con desgana.

- ¿Por qué te has tomado el antídoto? Era para una emergencia -Le regañó la chica visiblemente molesta.

- Dijiste que no querías volver a verme la cara... pensé que te referías a la cara de Conan -Se excusó con simpatía y con una sonrisa burlona.

- No me refería a... ¡uff! -exclamó la joven hastiada.

     La chica estaba cansada de discutir, cansada de todo y de todos, se sentía profundamente traicionada por su amigo y no tenía ganas de seguirle la broma.

- ¿Puedo sentarme? -repitió el chico señalando justo al lado de ella.

- Vas a hacerlo de todas formas ¿me equivoco?

     El chico se sentó junto a su amiga, miró al mismo horizonte que ella durante unos segundos y luego la miró a ella. Realmente era preciosa, nunca había tenido la oportunidad de mirar a Shiho así, los dos con sus verdaderos cuerpos, mirándola fijamente a la cara.

- ¿Qué quieres? -preguntó ella devolviendo al chico a ese instante.

- Sólo pedirte perdón -contestó él, sabiendo que eran las mejores palabras que podía decirle en ese momento.

- No te perdono -dijo ella con acidez.

     El chico se quedó en silencio esperando a que ella se desahogara.

- No lo entiendes ¿verdad? no tienes ni idea de por qué estoy así... -dijo la chica mirando a su amigo a los ojos con frialdad.

- Podría averiguarlo... -contestó algo molesto el detective.

- Claro, cómo no... ¡el sabelotodo detective! -dijo Shiho con sarcasmo.

- Mira, aparte del beso no sé qué más te habrá hecho Akai, pero nos ha ayudado muchas veces a salir con vida de situaciones peligrosas y nos pidió que no te dijéramos quién era como un favor. Yo pensaba que era para protegerte, pero se ve que era para protegerse así mismo... Y sí, podría averiguarlo todo por mí cuenta, pero eres mi amiga y prefiero que me lo cuentes tú.

- ¡¿Tu amiga?! -exclamó con desprecio-. ¡No tienes ni idea!, apenas me conoces, ¡¡no sabes nada de mí!! Será mejor que te vayas y aproveches esas horas que te quedan con tu verdadera apariencia en algo útil, ya que has sido tan estúpido de tomarte el nuevo antídoto, ve y haz algo que merezca la pena en lugar de perder el tiempo aquí... porque por lo que a mí respecta no pienso volver y si volvemos a coincidir no sé si tendré una nueva pastilla que darte, ni siquiera sé si querría dártela.

- ¿No piensas volver? -preguntó con sorpresa y decepción el chico.

- Volver ¿a dónde? ¿a un lugar donde por "protegerme" se me oculta siempre todo? Estoy harta... no puedo confiar en vosotros, no puedo confiar en nadie.

- ¡¡Eso no es cierto Haibara!! -gritó el muchacho-. Mira, está bien, no hemos hecho lo correcto, pero de verdad te prometo que no volverá a pasar, lo siento mucho y estoy aquí dispuesto a demostrártelo, pídeme algo, lo que sea, haré lo que quieras y así te demostraré que puedes volver a confiar en mí.

SherryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora