CAPÍTULO 36. Despedida

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      Pasaron tres días hasta que Vi y Key volvieron a contactar. Aquella noche hacía demasiado calor y Shiho se encontraba tirada en el sofá sin poder moverse, apenas para seguir el movimiento circular del ventilador. Normalmente, en verano el profesor y ella dormían juntos en el único dormitorio con aire acondicionado de la casa, pero eso era cuando Shiho tenía el aspecto de una niña de ocho años, ahora, con su formado cuerpo femenino, no pensaba hacerle pasar por eso al profesor, al que consideraba casi como un padre. Y tampoco quería abusar de su amabilidad pidiéndole que pasara la noche acalorado, durmiendo en otra habitación, aunque estaba segura de que sólo tenía que pedirlo y el profesor se la cedería encantado. El sopor de las altas temperaturas hizo que se durmiera en aquel sofá, siendo aún muy temprano para lo que ella acostumbraba a trasnochar. El profesor fue a picar algo a la cocina, antes de ir a la cama, cuando se encontró con la chica inerte en el sofá. Se quedó un minuto observándola, y apreciando lo cambiada que estaba aquella niña que había recogido hace un año y medio en la calle. Sonrió para sí pensando que al igual que los hijos crecen, las niñas rescatadas también lo hacían... En ese momento, un molesto pitido que salía de la muñeca de la chica le retiró de sus pensamientos. Shiho no parecía despertar a pesar del ruido tan cercano a ella. Entonces, el profesor la acarició con cuidado para despertarla suavemente.

- Shiho... Shiho, despierta -dijo casi susurrando-. El reloj está pitando, puede ser importante.

     La chica abrió los ojos con pesadez. Tardó unos instantes en entender lo que estaba pasando, y entonces miró el reloj que no dejaba de sonar. Pasó el dedo por la pantalla y ésta se iluminó dejando ver el mensaje que acababa de llegar. La joven abrió los ojos sorprendida y se llevó una mano al pecho. Entonces, se levantó de un salto sobresaltada.

- ¿Qué ocurre?, ¿pasa algo malo? -preguntó el profesor con curiosidad.

- No... no exactamente -dijo la chica, calmando al profesor-. Mis amigos vienen mañana...

- ¡Eso es una gran noticia! -celebró el profesor.

- Sí... aunque vienen a recogerme. Tengo que volver a irme con ellos Agasa... -dijo la chica con cierto pesar.

- Vaya... -Se apenó el hombre-. No ha pasado ni una semana desde que llegaste y ya te vuelves a ir...

- Hay cosas que se quedaron a medias de la investigación del Apotoxin y es importante que la terminemos cuanto antes -aclaró la joven.

- Entiendo... y... ¿cuándo volverás?

- No lo sé, ni siquiera sé si volveré... -dijo la joven con la voz rota.

- ¡¿Por qué no?! -preguntó el profesor con preocupación.

- Es peligroso que me quede por aquí... -dijo la chica sin ser totalmente sincera sobre sus motivos-. Tengo que preparar la maleta y devolvérsela a Yukiko, y ya de paso me despediré de los Kudo.

- Cla...claro... -pudo decir el profesor completamente desanimado.

     La chica cumplió con su objetivo, preparó toda la maleta a excepción de lo que llevaba puesto, una falda roja y una camisa blanca abotonada. Yukiko abrió la puerta cuando la chica llamó a casa de sus vecinos.

- ¡Shiho, qué agradable sorpresa! Pasa, pasa -invitó la actriz.

- Buenas noches -saludó la joven con una media sonrisa.

     En el rostro de la chica se podía entrever que no estaba demasiado ilusionada. Shinichi escuchó el nombre de la joven como un reclamo. Llevaba días sin verla, desde el último encuentro cuando le dio la noticia de que sus amigos estaban vivos. Esos escasos días a él le parecieron eternos. Bajó las escaleras corriendo y casi tropieza al llegar al final. Se encontró a su amiga hablando con su madre y las palabras que salían de los labios de la joven le hicieron parar en seco al pie de las escaleras.

SherryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora