CAPÍTULO 16. Tiempo con Key

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     Shiho seguía evitando estar en su cuarto tanto como fuera posible. Aprovechaba todos sus ratos libres para buscar a Key y proponerle algún plan, para evitar estar encerrada en aquella fábrica de dolorosos recuerdos. El vídeo mostraba muchos de esos planes casi como un popurrí de imágenes. Se podía ver a los nuevos amigos, rodeados de un grupo de jóvenes en la sala común, disfrutando de un partido de fútbol en la enorme televisión que había para el disfrute de los habitantes de la residencia. La chica se mordía el cuello de la camiseta por conservar sus uñas, la emoción y la expectación le subían las pulsaciones y le dilataban las pupilas. Key estaba peor que ella, se tapaba los ojos con cada jugada potencialmente peligrosa. Se estaba disputando un partido amistoso entre Japón y Estados Unidos, previo al mundial. Shiho iba con los japoneses, como era de esperar, y éstos llevaban un gol de ventaja contra los americanos, que era el equipo de Key. El chico estaba de los nervios, puesto que se había jugado una considerable suma de dinero en una casa de apuestas cercana, y estaba a escasos minutos de perder la oportunidad de comprarse una moto nueva.

- Eso te pasa por apostar... -dijo la chica viendo como su amigo se giraba para lanzar unos puñetazos al sofá y así desahogar su frustración.

- ¡Calla, maldita nipona! -exclamó el joven al tiempo que seguía golpeando los cojines-. ¿Me quieres explicar desde cuándo los japoneses saben jugar al fútbol? ¡¡El año pasado eran unos mantas!!

- Como si los estadounidenses fueran los mejores jugadores del mundo... -dijo la chica respondiendo a las críticas-. Si me dijeras en rugby luego a luego...

     El partido acabó con una victoria por parte de Japón. Shiho se limitó a hacer rabiar a su amigo y éste le seguía la broma, estando enfadado, sólo en parte, ya que el mero hecho de disfrutar del tiempo junto a la joven ya hacía que la pérdida mereciera la pena.

     Un corte en ese mismo vídeo situaba a Shiho y a Key en una de las fiestas clandestinas que se organizaban dentro de las habitaciones de la residencia. El joven llevaba una guitarra a la espalda y un vaso cargado de cerveza bien fría.

- ¡Felicidades por tus aprobados cerebrito! -dijo el chico mientras levantaba el vaso y sonreía a la chica-. Hoy puedes descansar un poco y celebrarlo ¿no?

- Sí, hoy nada de estudios... -dijo la chica orgullosa de sus logros.

- ¿Y hoy tampoco vas a beber nada? -preguntó molesto el chico.

- No, no quiero.

- Vamos, haz una excepción... ¡Que lo has aprobado todo y la mayoría con matrícula! ¡Eso se merece una buena borrachera!

- No seas pesado... no me apetece...

- Seguro que no te has emborrachado nunca y tienes miedo de acabar potando...

- No es eso, es que no quiero perder el control, estoy muy bien siendo consciente de todo lo que hago.

- ¿Qué problema hay con perder el control de vez en cuando y desmelenarse?

     La chica cambió la expresión de su rostro a un semblante serio.

- Podrías propasarte conmigo -dijo molesta, harta de tanta insistencia.

- ¡¿Yo?! Tía estás fatal... pensaba que ya confiabas en mí... -dijo con decepción en su voz.

- Eres un tío, me fío de ti mientras yo esté consciente, si no lo estoy no puedo fiarme de ti, lo siento.

- Joder... eso me duele... ¿qué clase de cretino te piensas que soy?

- Déjalo Key... no quiero discutir, quiero pasarlo bien...

SherryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora