CAPÍTULO 3. La ropa negra

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     Al cabo de unos minutos sin articular palabras, el detective abrió el siguiente archivo en el ordenador. Parecía que el vídeo pertenecía a la misma época que el anterior. Se veía a Gin persiguiendo en círculos a la pequeña Shiho, que se subía con agilidad a la cama y bajaba, para pasar por debajo de la mesa y esquivar y tirar una silla, y así bloquear al joven de pelo plateado que jadeaba y sudaba como si estuviera realizando un exigente deporte.

- ¡Te he dicho que pares! -gritó enfadado el chico, mientras descansaba un segundo para recuperar el aliento.

- ¡Y yo te he dicho que no pienso ponerme eso! -replicó ella señalando un montón de ropa negra que había tirada en el suelo, a los pies del chico-. ¡Es feísimo! -exclamó sacando la lengua.

- ¡Me tienes harto! ¡Ven aquí! -ordenó Gin, mientras agarraba la ropa y volvía a correr hacia la niña que se escabulló entre sus piernas esquivándolo de nuevo.

     En un movimiento reflejo el chico se dio la vuelta con rapidez agarrando, casi de casualidad, a la niña por la camiseta.

- ¡Te tengo! -celebró Gin mientras le daba la ropa a la niña.

- No me la voy a poner... ¡te la vas a poner tú! -dijo mientras le tiraba la camiseta y los pantalones negros a la cara-. Pega mucho más con tu fea cara -dijo la niña entre risas.

- ¡S...H...I...H...O...! ¡Qué te la pongas te digo!

- No, no, no y no.

- Es el uniforme de la organización te lo tienes que poner te guste o no. Así que deja de ser una niñata y vístete, no tengo todo el día.

- Mmm... deja que lo piense... ¡No!

     El profesor y el detective parecían entretenidos ante la escena

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     El profesor y el detective parecían entretenidos ante la escena. Jamás se imaginaron a la chica de esa manera, y verla tan infantil era adorable a la par que divertido. A Gin no le provocaba tanta ternura, agarró a la pequeña y empezó a desnudarla a la fuerza. Aquello hizo que los dos hombres al otro lado de la pantalla fruncieran el ceño y torcieran el morro con desaprobación.

- Me vas a obedecer por las buenas o por las malas... pero te aseguro que una cría no me va a ganar... -amenazó el chico, mientras agarraba con fuerza a la niña de una pierna para tumbarla y bajarle los pantalones, al tiempo que recibía patadas con la pierna que le quedaba libre a la pequeña Shiho.

     Gin consiguió después de varios minutos de lucha vestir a la pequeña. Cuando por fin estaba toda de negro, la niña se volvió a desvestir.

- Si no te pones eso no te pondrás nada más... -Le dijo Gin mientras agarraba las prendas de colores que llevaba puestas al principio.

- Pues me quedaré desnuda todo el día -sentenció la niña, sin un ápice de pudor o vergüenza mientras cruzaba los brazos con contundencia.

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