CAPÍTULO 19. Conocimiento y ejercicio

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     La semana fue transcurriendo con una rutina muy marcada; las chicas trabajaban en el laboratorio desde que se despertaban hasta bien entrada la noche y los chicos se encargaban de mantener el sitio en orden y protegido. Ellos tenían más tiempo libre y lo dedicaban a echar una mano a las chicas, a hacer algo de deporte o a pasar tiempo juntos, conociéndose más el uno al otro. Por las noches antes de acostarse, los cuatro jóvenes descansaban de su intenso día bebiendo y riendo juntos en el salón, veían alguna película, tocaban música, jugaban a videojuegos, juegos de mesa o juegos de beber... A esas horas parecían un grupo de buenos amigos que estaban de vacaciones en una casa rural.

     Aquellos momentos eran realmente especiales para el detective, eran exactamente unas vacaciones para él. Allí encerrados, sin involucrarse en ningún caso, con un grupo de jóvenes de edades cercanas a la suya, habiendo recuperado su verdadero cuerpo... No era capaz de recordar la última vez que pudo disfrutar de algo así, quizá nunca, porque aquellas personas con las estaba eran completamente diferentes a su grupo de amigos del instituto. Sus nuevos amigos eran personas altamente inteligentes y tenían conversaciones de todo tipo, desde política, ciencia, filosofía, biología, música, cine, arte en general... pero también hablaban con total naturalidad de drogas, sexo y crímenes, historias en las que muchas veces ellos mismos eran los protagonistas.

     En unos pocos días había aprendido muchísimo acerca de la organización, sus diferentes estratos y jerarquías, la manera que colaboraban entre los distintos países y cómo reclutaban a sus integrantes. También había aprendido sobre el síndrome de abstinencia de diferentes drogas y la gran variedad de métodos anticonceptivos que existen. Muchas de las charlas eran coloquiales, incluso vulgares, pero muchas otras parecían ponencias de algún importante congreso científico. Al detective le maravillaba ese entorno, tanto por lo enriquecedor del conocimiento que adquiría escuchándolos, como por lo divertidas de las historias que contaban y lo cómodo que era capaz de sentirse por momentos siendo aceptado por el pintoresco grupo.

     Los tres jóvenes le cautivaban a su manera. Key era el más cercano a él, se notaba que el chico había necesitado algo de compañía masculina habiendo estado rodeado de las fuertes personalidades de las dos chicas tanto tiempo. Le trataba con familiaridad, con la cercanía de un hermano y esto era algo que impactaba mucho a Shinichi. Él era hijo único y no sabía lo que era sentir esa unión tan especial con otra persona, pero el informático le había tratado desde el primer momento con ese cariño que sólo un hermano mayor podía ofrecer. Gracias a él conocía mucho más a Shiho y aprendía con maestría cómo tratar con ella, observando el comportamiento que Key tenía con la chica. El detective apreciaba enormemente toda aquella información que le ayudaba a desentrañar el enigma que suponía Shiho para él.

     Vi era la que más intriga le causaba, su personalidad era cambiante e impredecible, podía ser la persona más adorable del grupo, comportándose de manera infantil y llorando por casi todo, inspirando la ternura del detective. A la vez era la más expresiva y divertida. Cuando tenía las pilas cargadas era como un correcaminos poniendo la casa patas arriba y soltando comentarios de lo más ingeniosos. Además, con su enorme creatividad se le ocurrían todos los juegos y planes divertidos para pasar los ratos libres. En cambio, cuando estaba cansada parecía más un espectro que una persona, no se podían dirigir a ella puesto que era como si no existiera, era un ente que deambulaba intentando mantener los ojos abiertos. Por otro lado, su inteligencia era comparable a su mal humor, cuando exponía un tema o una idea era como escuchar a una eminencia, una doctora de alguna universidad importante que arrojaba datos y estadísticas y su elocuencia convencía a cualquiera. Sin embargo, si se enfadaba era capaz de infligir el mayor de los castigos físicos conocidos por el ser humano, su sadismo y su inteligencia eran su arma más peligrosa. Ella era una asesina orgullosa de ello y, de los presentes, la persona que más vidas había arrebatado.

SherryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora