CAPÍTULO 30. La organización derrotada

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     Akai se marchó de allí a toda prisa, agarrando el dispositivo fuertemente. Había soñado tanto con ese momento, que necesitaba sentir sus uñas clavándose fuertemente en la piel de la palma de su mano, para notar que esta vez era real. 

       Poco después de que Akai se fuera de casa de los Kudo, un coche rojo, deportivo, aparcó enfrente de la casa con brusquedad

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       Poco después de que Akai se fuera de casa de los Kudo, un coche rojo, deportivo, aparcó enfrente de la casa con brusquedad. De su interior salió Vermut que accedió a la casa sin ni siquiera llamar a la puerta.

- ¿Qué es eso tan importante que tenías que decirme Yukiko? -preguntó la mujer irrumpiendo en el salón.

- ¡Vermut! -exclamó Shinichi al verla aparecer de la nada.

- Es Shiho, está en serios problemas, creemos que Gin la tiene presa -explicó Yukiko con el corazón en un puño.

-          ¿Eso era el asunto "tan importante"? Tendrías que haberme dicho que se trataba de la chica cuando me llamaste por teléfono

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- ¿Eso era el asunto "tan importante"? Tendrías que haberme dicho que se trataba de la chica cuando me llamaste por teléfono... me habría ahorrado el viaje -dijo con un tono de voz aburrido-. Pensaba que tu hijo o la joven Mouri estaban en peligro... En cuanto a Sherry... bueno, eso es otro asunto, si Gin la tiene no hay nada que hacer al respecto y aunque no la tuviera, ella es una traidora, no se merece otro destino más que la muerte -sentenció la actriz ante la atónita mirada de la familia Kudo.

- Pero Sharon... -empezó diciendo Yukiko intentando encontrar las palabras que convencieran a la asesina para cooperar con ellos.

- Vermut, se lo debes a Elena -dijo Shinichi con seriedad, mirándola fijamente a los ojos.

- ¿Cómo sabes...? -preguntó Vermut sin poder acabar su duda.

- Le prometiste que protegerías a sus hijas y te desentendiste por completo del cuidado de Shiho, luego dejaste que mataran a Akemi y ahora ¿vas a permitir que ocurra lo mismo con Sherry? -increpó el detective a la mujer.

      Vermut se quedó mirando al chico con una mueca de horror en su rostro. No sabía cómo, pero el joven conocía la promesa que le hizo a su mejor amiga, años atrás. Había fallado en su deber de proteger a las hermanas Miyano, le había fallado a Elena. Los pensamientos de culpabilidad empezaron a atormentar a Vermut que comenzó a replantearse la tesitura en la que se encontraba. O bien ignoraba su promesa y su vida continuaba como siempre, o de lo contrario se decidía a cumplir las últimas voluntades de Elena y salvar a Shiho, convirtiéndose así misma en una cómplice de traición y por lo tanto en otra traidora. Vermut le dio la espalda a los Kudo para pensar en la decisión que debía tomar, sin sentirse presionada por las miradas de los tres presentes en la sala.

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