CAPÍTULO 7. Día de boxeo y madurez

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      En la pantalla del portátil se podía ver un ring de boxeo, y a una joven Shiho tendida en el suelo haciendo abdominales. Su aspecto era muy parecido a la Shiho del vídeo anterior, así que los espectadores asumieron que ella seguía teniendo doce años. Lucía un top y unos pantalones cortos, ambas prendas negras. Llevaba una cinta en el pelo y tenía las manos protegidas con vendajes. Con esa ropa ajustada, que dejaba mucha piel al descubierto, podía observarse como la niña empezaba a curvar su silueta sutilmente. La joven sudaba y jadeaba con cada movimiento. Parecía exhausta. Gin, por su parte también, había cambiado su aspecto en relación con los primeros vídeos. Ahora era mucho más alto, probablemente su estatura era la misma que la que tenía actualmente. Tenía el pelo a mitad de la espalda recogido en una cola. Vestía con una camiseta de manga corta y unos pantalones de boxeador, también todo de negro. La camiseta dejaba entrever los fuertes músculos de sus brazos. El hombre, de unos veinte años, sostenía un cigarrillo entre los labios mientras miraba a la chica con los brazos cruzados y el semblante serio.

- ¡Vamos, cincuenta repeticiones más! -gritó el exigente entrenador.

     La chica le dirigió una mirada asesina y siguió su entrenamiento sin rechistar.

     El profesor y el detective se quedaron asombrados con los ojos y la boca abiertos a lo que daban de sí. El profesor paró el vídeo un momento.

- Creo que me han subido las pulsaciones sólo de verla... ¿cómo es posible que una niña tan pequeña se someta a un entrenamiento tan duro? -preguntó horrorizado.

- Al ver esto no me extraña la resistencia y la fuerza que tiene. Ha estado entrenado duramente toda su vida -dijo el chico mientras volvía a darle al play.

     Gin le ofreció su mano para que la chica se levantase del suelo y siguiera entrenando. Ella se levantó con dificultad. Su rostro estaba pálido y empapado en sudor, con unas profundas ojeras. La chica se puso de pie y suspiró profundamente un par de veces.

- En guardia -dijo Gin mientras apagaba el cigarro y cerraba sus puños a modo defensivo.

    La chica imitó los movimientos de su entrenador.

- ¡Ataca! -gritó el chico cuando estuvo preparado.

      Shiho le asestó unos cuantos ganchos que él esquivó sin problemas. Ella arremetió nuevamente acertando con uno de sus puños en el estómago del chico. Gin observó la mano de ella sobre él y la miró con desprecio. Agarró el brazo de la chica y se lo retorció sin piedad.

- ¡Ah! -Shiho gritó de dolor.

- ¿Piensas concentrarte de una maldita vez? -preguntó Gin enfadado, sin soltarla.

- ¡Pero si te he dado! -Le rebatió ella.

- Me has dado... ¿la hora? -dijo mientras se acercaba la muñeca de ella a la cara con sarcasmo-. No he notado ni cosquillas, ¡deja de hacer el tonto y pelea!

      La chica pudo soltar su brazo de las garras de Gin con rabia en su mirada. Inspiró profundamente y volvió a atacar al chico. Sus puñetazos eran lentos y acababan siendo esquivados o detenidos por el joven sin dificultad.

 Sus puñetazos eran lentos y acababan siendo esquivados o detenidos por el joven sin dificultad

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